Ya… pero no todavía. La enigmática frase fue pronunciada por el presidente electo, Fernando Lugo, durante un improvisado discurso en Caricuao, Venezuela, el 18 de junio, cuando comparó los logros del proceso político liderado por el presidente Hugo Chávez con la construcción del “Reino de Dios” en la tierra, “y no en otro mundo después de la muerte”. Un dicho que molestó a los sectores más conservadores de la Iglesia Católica.
Ya… pero no todavía. La pintoresca afirmación podría aplicarse perfectamente a lo que está sucediendo en el Paraguay, en esta especie de purgatorio o limbo político-económico-social, en que hay un Gobierno que en la práctica ya se fue… y otro que aún no llega.
Ya… pero no todavía. Faltan 27 días para el 15 de agosto. Uno dirá que es poco tiempo, pero… qué largo se hace el paso de las horas cuando hay niños y niñas que siguen muriendo a causa de la “no epidemia” de meningitis (158 casos, 29 fallecidos), o ante la falta de equipos de terapia intensiva en los hospitales del interior, o ante centros sanitarios públicos colapsados, o ante camas que no se habilitan por ausencia de enfermeras, o ante autoridades y funcionarios “pollitos-en-fuga” que están más preocupados por hacer desaparecer las evidencias que puedan comprometer su ineficaz gestión.
Ya… pero no todavía. Se respira en el aire la sensación de un país paralizado, como esas largas filas de enormes camiones cargados con productos agrícolas perecederos, que aguardan inmóviles al costado de las rutas, esperando que alguna vez llegue la prometida provisión del ausente gasoil, mientras el inoperante presidente de la inoperante Petropar ya se lava las manos ante la crisis que desangra la economía en pérdidas varias veces millonarias.
Ya… pero no todavía. En la parada del micro te aguarda un caballo loco. Sentado al lado tuyo viaja un carterista. En las calles del barrio te cierra el paso un peajero. Ladrones y asaltantes trazan planes a la hora en que buscas conciliar el sueño. Mientras el próximo ministro del Interior anuncia futuros programas de seguridad pública, la violencia y la muerte acechan en la esquina.
Ya… pero no todavía. Hay un país que nos espera, al otro lado del 15 de agosto. Nadie puede asegurar si será mejor o peor… pero seguro que será diferente, y llegará revestido con las más profundas esperanzas. Tan solo por eso, vale la pena seguir deshojando las margaritas del calendario.
Ya… pero no todavía. La pintoresca afirmación podría aplicarse perfectamente a lo que está sucediendo en el Paraguay, en esta especie de purgatorio o limbo político-económico-social, en que hay un Gobierno que en la práctica ya se fue… y otro que aún no llega.
Ya… pero no todavía. Faltan 27 días para el 15 de agosto. Uno dirá que es poco tiempo, pero… qué largo se hace el paso de las horas cuando hay niños y niñas que siguen muriendo a causa de la “no epidemia” de meningitis (158 casos, 29 fallecidos), o ante la falta de equipos de terapia intensiva en los hospitales del interior, o ante centros sanitarios públicos colapsados, o ante camas que no se habilitan por ausencia de enfermeras, o ante autoridades y funcionarios “pollitos-en-fuga” que están más preocupados por hacer desaparecer las evidencias que puedan comprometer su ineficaz gestión.
Ya… pero no todavía. Se respira en el aire la sensación de un país paralizado, como esas largas filas de enormes camiones cargados con productos agrícolas perecederos, que aguardan inmóviles al costado de las rutas, esperando que alguna vez llegue la prometida provisión del ausente gasoil, mientras el inoperante presidente de la inoperante Petropar ya se lava las manos ante la crisis que desangra la economía en pérdidas varias veces millonarias.
Ya… pero no todavía. En la parada del micro te aguarda un caballo loco. Sentado al lado tuyo viaja un carterista. En las calles del barrio te cierra el paso un peajero. Ladrones y asaltantes trazan planes a la hora en que buscas conciliar el sueño. Mientras el próximo ministro del Interior anuncia futuros programas de seguridad pública, la violencia y la muerte acechan en la esquina.
Ya… pero no todavía. Hay un país que nos espera, al otro lado del 15 de agosto. Nadie puede asegurar si será mejor o peor… pero seguro que será diferente, y llegará revestido con las más profundas esperanzas. Tan solo por eso, vale la pena seguir deshojando las margaritas del calendario.
andres mirá un poco este nuevo periódico http://ea.com.py/ que se lanza en asunción, parece que son medio inzquierdozos ¿que decís? ¿aporta pio algo así es más de la izquierda tilinga?
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