sábado, 21 de febrero de 2009

Villa hule Salto Monday

Desde que la represa de Itaipú asesinó en 1982 a los magníficos Saltos del Guairá, la única cascada importante que le queda al Paraguay como atracción turística es el Salto Monday, en las afueras de Presidente Franco, Alto Paraná.

No tiene la espectacularidad que tenían los Saltos del Guairá, o que tienen las argentino-brasileñas Cataratas del Yguazú, pero igualmente es hermoso e imponente. El gran caudal cayendo desde una altura de 40 metros de roca basáltica, en medio de un verde valle, deja boquiabierto a cualquier visitante.

Pero no es fácil apreciar en su plenitud esta maravilla. La señalización es pobre y deficiente. La propia ministra de Turismo, Liz Cramer, confesó que le cuesta llegar sola, sin la asistencia de un guía. Ni la Municipalidad, ni la Gobernación, ni Itaipú, ni el Gobierno central, se han dignado en construir una carretera asfaltada que facilite la llegada de turistas. Solo hay un empedrado escabroso.

El Parque Municipal Salto Monday es lindo, bien cuidado, con un precio de entrada simbólica (3.000 guaraníes por persona). Pero hay un problema: los miradores solo permiten ver la caída desde un costado. Las mejores vistas, las del frente, están en terrenos de propiedad privada, actualmente abandonados, y desde hace año objetos de invasiones por parte de personas autodenominadas “sin techos”, que ocasionan graves problemas de inseguridad a los visitantes.

Durante el último Festival del Salto Monday, periodistas que acompañaron a la delegación oficial de la Senatur fueron asaltados y despojados de sus cámaras cuando intentaban tomar fotos e imágenes en video desde el frente. Numerosos visitantes denunciaron robos y asaltos cada vez que buscan mirar la cascada desde una mejor perspectiva.

Hay una villa de ocupantes a la entrada al parque y varias alrededor. El 14 de febrero, Día de los Enamorados, 140 personas ingresaron a una propiedad de 12 hectáreas, en la zona más alta, y crearon la Villa San Valentín, un conjunto de precarias chozas con vista panorámica de frente a la cascada, que irónicamente se bautizó como “Villa hule Salto Monday”. Una publicación de Última Hora motivó la intervención del fiscal Troadio Galeano, quien logró que los ocupantes accedan a abandonar el inmueble, pero la amenaza sigue latente.

En un país serio, cuyas autoridades impulsen la protección de los recursos naturales y el desarrollo del turismo como una actividad económica importante, las tierras alrededor del Salto Monday ya habrían sido expropiadas, o declaradas como reserva manejable, con emprendimientos estatales y privados que permitan el máximo cuidado y el disfrute pleno de esta maravilla de la naturaleza. Aquí no. Aquí recién ahora se estudia la posibilidad de declarar la zona “de interés municipal”. El resto, nada.

Hace 25 años, los paraguayos permitimos que se cometa el mayor crimen ecológico de Sudamérica, al dejar que una represa mate a los Saltos del Guairá. ¿Dejaremos ahora que el Salto Monday se pierda entre una maraña de villas marginales?


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