domingo, 23 de marzo de 2008

Guerrilla en el Norte


Germán Aguayo tenía 28 años, era moreno, de rasgos campesinos, complexión atlética, y se hacía pasar como agricultor en la chacra de Santiago Aguirre, en un bucólico paraje del asentamiento Sanguina Cué, San Pedro.
A un vecino le llamó la atención el intenso movimiento en la casa. Personas extrañas que entraban y salían, hombres y mujeres que trotaban y hacían ejercicios. Transmitió sus sospechas a la comisaría.
El miércoles 16 de julio de 2003, policías de Santa Rosa del Aguaray acompañaron a los fiscales sampedranos Antonio Bernal Casco y Arnaldo Giuzzio a verificar el lugar. Fueron recibidos a balazos. Los policías respondieron al fuego. Uno de los moradores cayó muerto, los demás huyeron y una mujer prefirió entregarse, porque se hallaba con sus dos pequeños hijos. En la casa se halló un impresionante arsenal de armas, explosivos y equipos de comunicaciones.
Para sorpresa de los fiscales, la mujer no era otra que Carmen Villalba, buscada por la Justicia bajo la acusación de participar en el secuestro de María Edith de Debernardi. El nombre del campesino acribillado, Germán Aguayo, fue consignado en las crónicas periodísticas y luego se perdió en la hojarasca del olvido.
Casi cinco años después, el nombre reapareció en panfletos hallados en la estancia del sojero brasileño Naborth Boht, en Curusú de Hierro, Horqueta, luego de que desconocidos atracaron el establecimiento, el miércoles 12 de marzo, para incendiar un camión, dos tractores, una cosechadora, un depósito y herramientas. Las pinturas en las paredes y los panfletos decían: “Comando Germán Aguayo del Ejercito del Pueblo Paraguayo (EPP). Tierra a los campesinos paraguayos. Quienes matan al pueblo con agrotóxicos pagarán de esta manera”.
Hubo sonrisas escépticas en corrillos políticos y debates de café: ¿Guerrilleros en el Paraguay, en pleno Siglo Veintiuno? Suena a novela de ficción, a realismo mágico, a teleserie tercermundista. Será otro invento del Gobierno para distraer la atención ante los problemas sociales. Será una maniobra para empañar las elecciones.
La emergencia del grupo ya había sido anunciada el 18 de abril de 2006, durante el ataque e incendio de la comisaría de Hugua Ñandu, Concepción, cuando el “comandante Alexander” (identificado como Osvaldo Villalba, hermano menor de Carmen) le gritó al suboficial de policía Leonardo Cabrera: “¡Decile a tu Nicanor que apenas estamos empezando!”.
La génesis de esta surrealista historia se remonta a 1982, cuando cuatro jóvenes abandonan el Seminario para crear el Movimiento Monseñor Romero y reclutar compañeros. En diciembre de 1987, seis caen presos, descubiertos al cavar un túnel para robar el Banco Nacional de Fomento, en Choré, San Pedro, y son condenados a dos años de cárcel.
En 2002 se los vincula con el secuestro de María Edith de Debernardi. En 2005 con el secuestro y asesinato de Cecilia Cubas. Y mientras algunos son procesados y condenados por estos crímenes, surgen evidencias sobre una columna de hombres armados con uniforme militar que se desplaza a través de los campos y montes de Caaguazú, San Pedro y Concepción.
Descubiertos en febrero de 2006 en la remota localidad de Puentesiño, acribillan al suboficial Oscar Noceda y otra vez desaparecen. El intenso rastrillaje policial y militar no logra hallarlos, hasta que el reciente episodio en Horqueta ya los identifica con nombre y logotipo.
Por primera vez la procesada Carmen Villalba oficia de vocera desde la prisión y reconoce que se trata de “una organización revolucionaria político militar”, de principios comunistas, marxista-leninistas, con un toque de nacionalismo inspirado en Francia y el Mariscal López.
El Ministerio del Interior insiste en que son solo delincuentes comunes. La Fiscalía los considera secuestradores. Pero son mucho más que eso. El presidente Nicanor trata de asociarlos al candidato opositor Fernando Lugo. Y desde el entorno de Lugo se acusa que Villalba y su grupo son instrumentados por el oficialismo colorado.
Las referencias indican que se trata de una columna de 10 o 20 hombres y mujeres, pero cuentan con cierto apoyo de sustentación en miembros de organizaciones campesinas y sociales.
El Paraguay no deja de sorprender. Como si no fuera suficiente tener como principales candidatos en estas elecciones a un ex obispo metido a político, a un general mesiánico y a una maestra disfrazada de caudilla, ahora surge la incógnita sobre un grupo armado que desde las soledades del Norte insiste en presentarse como guerrillero.

2 comentarios:

  1. Coincido con la tesis del entorno de Lugo, cada vez que las fuerzas populares y democraticas se aproximan a tomar el timon de nuestros desvastados pueblos siempre aparecen grupos de "iluminados" que no hacen mas que facilitar los intereses de los sectores mas reaccionarios y retrogrados de nuestro continente.

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  2. alguna novedad respecto al epp?

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