
Me lo preguntó un periodista de la red televisiva SBT, en Foz de Yguazú, el día en que los militares brasileños de la Operación Fronteira Sul II empezaron a destruir los puertos clandestinos de contrabando en la margen izquierda del río Paraná y del Lago de Itaipú. El colega requirió, textualmente, en portugués: “¿Y dónde están los militares paraguayos? ¿Por qué no hacen lo mismo y destruyen también los puertos clandestinos que están en la orilla paraguaya?”.
Tuve que sonreír, incómodo. ¿Cómo decirle, cómo contarle…?
Allí estábamos, informando del mediático show bélico montado por las Fuerzas Armadas brasileñas, que interpretábamos como una demostración de poder sub-imperialista ante los reclamos de renegociación del tratado de Itaipú y las invasiones de propiedades de colonos brasiguayos… pero tampoco podíamos dejar de sentir una contradictoria sensación de vergüenza ajena ante la decidida acción de combate contra la ilegalidad fronteriza que demostraban los rambos verde-amarelos.
En una reunión “of the record”, un oficial llegó a exhibir un mapa con fotos aéreas captadas por un avión robot (no tripulado, manejado a control remoto), que con cámaras “ojos de águila” y lentes infrarrojas había permitido relevar también los muelles piratas del lado paraguayo.
Los brasileños tienen marcados en rojo más de 300 lugares por donde se embarcan las balsas y lanchas deslizadoras, especialmente en horas de la noche, tanto en las áreas de reserva ambiental a cargo de la entidad binacional Itaipú, como en las mismas costas de los barrios San Rafael, San Miguel y Remansito en Ciudad del Este, algunos a menos de mil metros de las sedes de Aduana y Puertos, y de la Base Naval de la Armada Paraguaya.
Es un esquema de crimen organizado y tráfico ilegal de mercaderías, drogas, armas y hasta personas, que mueve millones de dólares al día, que sobrevive intacto desde hace décadas, y que ha sido revelado en detalle por una serie de reportajes investigativos que Última Hora publicó en junio y julio pasado. Hasta ahora, las nuevas autoridades designadas por el gobierno de Fernando Lugo –que en discursos pregonan acabar con la corrupción– no han hecho absolutamente nada por cortar la actividad ilícita.
Ni el nuevo director paraguayo de Itaipú, Carlos Mateo Balmelli, ha intervenido para clausurar los muelles ilegales que operan en su territorio, ni los nuevos jefes de Aduanas y Puertos han hecho nada por erradicar el tráfico ilegal que sigue operando a la noche, frente a sus narices. Y los militares de la Armada, que han sido sorprendidos por Última Hora actuando como cómplices de los contrabandistas, en lugar de combatir el tráfico, lo siguen protegiendo. ¿Operación Ausencia?
Tuve que sonreír, incómodo. ¿Cómo decirle, cómo contarle…?
Allí estábamos, informando del mediático show bélico montado por las Fuerzas Armadas brasileñas, que interpretábamos como una demostración de poder sub-imperialista ante los reclamos de renegociación del tratado de Itaipú y las invasiones de propiedades de colonos brasiguayos… pero tampoco podíamos dejar de sentir una contradictoria sensación de vergüenza ajena ante la decidida acción de combate contra la ilegalidad fronteriza que demostraban los rambos verde-amarelos.
En una reunión “of the record”, un oficial llegó a exhibir un mapa con fotos aéreas captadas por un avión robot (no tripulado, manejado a control remoto), que con cámaras “ojos de águila” y lentes infrarrojas había permitido relevar también los muelles piratas del lado paraguayo.
Los brasileños tienen marcados en rojo más de 300 lugares por donde se embarcan las balsas y lanchas deslizadoras, especialmente en horas de la noche, tanto en las áreas de reserva ambiental a cargo de la entidad binacional Itaipú, como en las mismas costas de los barrios San Rafael, San Miguel y Remansito en Ciudad del Este, algunos a menos de mil metros de las sedes de Aduana y Puertos, y de la Base Naval de la Armada Paraguaya.
Es un esquema de crimen organizado y tráfico ilegal de mercaderías, drogas, armas y hasta personas, que mueve millones de dólares al día, que sobrevive intacto desde hace décadas, y que ha sido revelado en detalle por una serie de reportajes investigativos que Última Hora publicó en junio y julio pasado. Hasta ahora, las nuevas autoridades designadas por el gobierno de Fernando Lugo –que en discursos pregonan acabar con la corrupción– no han hecho absolutamente nada por cortar la actividad ilícita.
Ni el nuevo director paraguayo de Itaipú, Carlos Mateo Balmelli, ha intervenido para clausurar los muelles ilegales que operan en su territorio, ni los nuevos jefes de Aduanas y Puertos han hecho nada por erradicar el tráfico ilegal que sigue operando a la noche, frente a sus narices. Y los militares de la Armada, que han sido sorprendidos por Última Hora actuando como cómplices de los contrabandistas, en lugar de combatir el tráfico, lo siguen protegiendo. ¿Operación Ausencia?