viernes, 24 de octubre de 2008

Juegos de guerra en la frontera


Dicen que no… pero sí. Que es solo un operativo militar de rutina y no hay ninguna intención de perjudicarnos, pero cierran el otro extremo de nuestro Puente de la Amistad con tanques de guerra y soldados pintarrajeados como rambos verde-amarelos, cubren nuestro cielo fronterizo de helicópteros artillados con ametralladoras y lanzacohetes, llenan las aguas de nuestro río con lanchas torpederas… al punto en que uno se pregunta si acaso no será mejor cambiarle de una vez el nombre a ese viejo y rebasado puente.
Dicen que no hay demostración de fuerza contra el Paraguay, pero… ¿qué turista o comprista se atreve a cruzar ese bélico escenario que emula a Bagdad o a Sarajevo? ¿Cómo seguir siendo laranja o sacoleiro frente a los cañones de un Cascavel o un Urutú apuntando al corazón del comercio de Ciudad del Este?
Dicen que los militares brasileños de la Operación Frontera Sul II solo están combatiendo la ilegalidad, y que los paraguayos no hacemos nuestra parte al permitir que centenares de puertos clandestinos habilitados para el contrabando y todo tipo de tráfico en la ribera del Paraná y el Lago de Itaipú sigan operando impunemente… y probablemente tengan toda la razón, pero… ¿entonces por qué ellos han metido en la congeladora política de su Parlamento el proyecto del Régimen de Tributo Unificado (RTU), o Ley de los Sacoleiros, impidiendo legalizar en gran medida al contrabando doméstico que da vida a tantos hijos de la frontera?
Es cierto que hay grupos radicalizados de campesinos que invaden propiedades brasiguayas y murallas humanas que impiden la siembra de soja, causando gran perjuicio no solo a los productores, sino a la propia economía del país. Es cierto que aflora una reprochable xenofobia contra los inmigrantes brasileños en un sector de la dirigencia campesina. Y que el Gobierno de Fernando Lugo asume actitudes vacilantes y ambiguas para aplicar la Ley.
Pero también es cierto que hay criminales excesos en la deforestación incontrolada y la agresión al medio ambiente para expandir la frontera agrícola mecanizada por parte de los Tranquilo Favero y compañía. Hay imposición de un modelo agroexportador y abuso de productos agrotóxicos que envenenan a comunidades campesinas e indígenas. Hay una antigua deuda social interna que sigue esperando, más allá de las buenas intenciones del actual Gobierno.
Esta realidad lacerante exige del Brasil su abierta solidaridad, más que sub-imperialistas juegos de guerra en la frontera. Y si los “irmaos” están dolidos por los reclamos sobre Itaipú, o por su última gran derrota ante la gloriosa albirroja… que la revancha sea en el campo del fútbol y nunca de las armas.

1 comentario:

  1. con relacion al subimperialismo, es una politica de Brasil que ha implementado con todos los paises limitrofe, petrobras con bolivia, argentina, paraguya, uruguay, ha explotado todas las riquezas a sus antojos, y esos brasiguayos que llaman no es casual, es sitematicamente planeado por Brasil en Bolivia tambien estan los Brasibolivianos, que ocupan grandes extensiones de tierra. Es una politica astuta de Brasil heredado de los Bandeirantes y hasta hoy siguen enriqueciendose con las riquesas de sus vecinos

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