¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma? (Mateo, 16:26).
¿De qué sirve llenar la casa, los árboles, la ciudad entera, de luces doradas y resplandecientes… cuando el alma permanece a oscuras?
¿De qué sirven tantos árboles de plástico importado con nieves de algodón, tantos muñecos barbudos ridículamente vestidos con abrigos de lana en medio del calor infernal… cuando bastan "dos trocitos de madera" para techar el mágico pesebre?
¿De qué sirve atropellarse en los shoppings en busca de regalos... cuando lo que falta es un gesto verdaderamente solidario, una acción de caridad humana y cristiana que nazca desde lo profundo del corazón, para darle real sentido a la Navidad?
¿De qué sirve gastar tanto dinero en fiestas, manjares, bebidas, adornos, show, luces, música... si el niño Dios -cuyo cumpleaños celebramos- eligió todo lo contrario: nacer en un humilde establo de animales y vivir su vida en la mayor austeridad?
¿De qué sirve el infernal estruendo de las bombas y los petardos, el vértigo de la velocidad por las calles, el volumen de la cachaca o el reguetón- al máximo… si todo eso no alcanza a llenar el vacío interior?
¿De qué sirve inundar el correo con bellas y coloridas tarjetas navideñas, con esplendorosos mensajes que reproducen los mejores deseos impresos en tinta brillante… si todo lo que allí dice nunca lo ponemos en práctica?
¿De qué sirve regalar un pan dulce o una sidra en esta Navidad… si vamos a olvidarnos por el resto del año de quienes nada tienen para comer y para beber?
A pesar de todo… y porque a cada instante que transcurre se nos brinda la oportunidad de ser siempre mejores...
¡FELIZ NAVIDAD… Y UN MÁGICO 2009!
Siempre leo lo que escribís, que bueno saber que tenés blog. Un abrazo, mucha fuerza.
ResponderEliminar" ...Yo no tengo la clase de fuerza que tiene el arce. Estoy más cerca de las violetas que crecen en los huecos del árbol." (J.K).Uno siempre elige lo que vale la pena, cuando es capaz de escuchar el silencio de su corazón y fluir en la esperanza en medio del cansancio y el desaliento.
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