lunes, 27 de octubre de 2008

Operación Ausencia


Me lo preguntó un periodista de la red televisiva SBT, en Foz de Yguazú, el día en que los militares brasileños de la Operación Fronteira Sul II empezaron a destruir los puertos clandestinos de contrabando en la margen izquierda del río Paraná y del Lago de Itaipú. El colega requirió, textualmente, en portugués: “¿Y dónde están los militares paraguayos? ¿Por qué no hacen lo mismo y destruyen también los puertos clandestinos que están en la orilla paraguaya?”.
Tuve que sonreír, incómodo. ¿Cómo decirle, cómo contarle…?
Allí estábamos, informando del mediático show bélico montado por las Fuerzas Armadas brasileñas, que interpretábamos como una demostración de poder sub-imperialista ante los reclamos de renegociación del tratado de Itaipú y las invasiones de propiedades de colonos brasiguayos… pero tampoco podíamos dejar de sentir una contradictoria sensación de vergüenza ajena ante la decidida acción de combate contra la ilegalidad fronteriza que demostraban los rambos verde-amarelos.
En una reunión “of the record”, un oficial llegó a exhibir un mapa con fotos aéreas captadas por un avión robot (no tripulado, manejado a control remoto), que con cámaras “ojos de águila” y lentes infrarrojas había permitido relevar también los muelles piratas del lado paraguayo.
Los brasileños tienen marcados en rojo más de 300 lugares por donde se embarcan las balsas y lanchas deslizadoras, especialmente en horas de la noche, tanto en las áreas de reserva ambiental a cargo de la entidad binacional Itaipú, como en las mismas costas de los barrios San Rafael, San Miguel y Remansito en Ciudad del Este, algunos a menos de mil metros de las sedes de Aduana y Puertos, y de la Base Naval de la Armada Paraguaya.
Es un esquema de crimen organizado y tráfico ilegal de mercaderías, drogas, armas y hasta personas, que mueve millones de dólares al día, que sobrevive intacto desde hace décadas, y que ha sido revelado en detalle por una serie de reportajes investigativos que Última Hora publicó en junio y julio pasado. Hasta ahora, las nuevas autoridades designadas por el gobierno de Fernando Lugo –que en discursos pregonan acabar con la corrupción– no han hecho absolutamente nada por cortar la actividad ilícita.
Ni el nuevo director paraguayo de Itaipú, Carlos Mateo Balmelli, ha intervenido para clausurar los muelles ilegales que operan en su territorio, ni los nuevos jefes de Aduanas y Puertos han hecho nada por erradicar el tráfico ilegal que sigue operando a la noche, frente a sus narices. Y los militares de la Armada, que han sido sorprendidos por Última Hora actuando como cómplices de los contrabandistas, en lugar de combatir el tráfico, lo siguen protegiendo. ¿Operación Ausencia?

viernes, 24 de octubre de 2008

Juegos de guerra en la frontera


Dicen que no… pero sí. Que es solo un operativo militar de rutina y no hay ninguna intención de perjudicarnos, pero cierran el otro extremo de nuestro Puente de la Amistad con tanques de guerra y soldados pintarrajeados como rambos verde-amarelos, cubren nuestro cielo fronterizo de helicópteros artillados con ametralladoras y lanzacohetes, llenan las aguas de nuestro río con lanchas torpederas… al punto en que uno se pregunta si acaso no será mejor cambiarle de una vez el nombre a ese viejo y rebasado puente.
Dicen que no hay demostración de fuerza contra el Paraguay, pero… ¿qué turista o comprista se atreve a cruzar ese bélico escenario que emula a Bagdad o a Sarajevo? ¿Cómo seguir siendo laranja o sacoleiro frente a los cañones de un Cascavel o un Urutú apuntando al corazón del comercio de Ciudad del Este?
Dicen que los militares brasileños de la Operación Frontera Sul II solo están combatiendo la ilegalidad, y que los paraguayos no hacemos nuestra parte al permitir que centenares de puertos clandestinos habilitados para el contrabando y todo tipo de tráfico en la ribera del Paraná y el Lago de Itaipú sigan operando impunemente… y probablemente tengan toda la razón, pero… ¿entonces por qué ellos han metido en la congeladora política de su Parlamento el proyecto del Régimen de Tributo Unificado (RTU), o Ley de los Sacoleiros, impidiendo legalizar en gran medida al contrabando doméstico que da vida a tantos hijos de la frontera?
Es cierto que hay grupos radicalizados de campesinos que invaden propiedades brasiguayas y murallas humanas que impiden la siembra de soja, causando gran perjuicio no solo a los productores, sino a la propia economía del país. Es cierto que aflora una reprochable xenofobia contra los inmigrantes brasileños en un sector de la dirigencia campesina. Y que el Gobierno de Fernando Lugo asume actitudes vacilantes y ambiguas para aplicar la Ley.
Pero también es cierto que hay criminales excesos en la deforestación incontrolada y la agresión al medio ambiente para expandir la frontera agrícola mecanizada por parte de los Tranquilo Favero y compañía. Hay imposición de un modelo agroexportador y abuso de productos agrotóxicos que envenenan a comunidades campesinas e indígenas. Hay una antigua deuda social interna que sigue esperando, más allá de las buenas intenciones del actual Gobierno.
Esta realidad lacerante exige del Brasil su abierta solidaridad, más que sub-imperialistas juegos de guerra en la frontera. Y si los “irmaos” están dolidos por los reclamos sobre Itaipú, o por su última gran derrota ante la gloriosa albirroja… que la revancha sea en el campo del fútbol y nunca de las armas.

lunes, 13 de octubre de 2008

Periodismo itaiputizado


"¿Qué tiene de malo que Itaipú y Yacyretá les paguen a los medios y a los periodistas por hacer publicidad en sus espacios?", pregunta Miriam, alumna de periodismo, vía correo electrónico. Ella está preocupada porque Última Hora y ABC vienen publicando las listas (todavía incompletas) de comunicadores y empresas que durante el gobierno de Nicanor Duarte Frutos recibieron decenas de millones de dólares por pautas publicitarias desde las dos entidades binacionales. Piensa que en la divulgación hay "cierta maldad" e intención de "quemar" a algunos colegas.


Quiero ser lo más didáctico posible en las respuestas:

1. Itaipú y Yacyretá no tienen ninguna necesidad de hacer publicidad. Las dos entidades ofrecen un producto (la energía eléctrica), que ya tiene un mercado cautivo y no requiere promoción comercial como las bebidas alcohólicas o los cigarrillos. La electricidad se vende sola.

2. No solo derrocharon multimillonarios fondos del dinero del pueblo en campañas que no eran necesarias, sino además otorgaron las pautas publicitarias discrecionalmente, sin transparencia, atentando contra la libre competencia de los medios y distorsionando la función social del periodismo. Radioemisoras con reducido nivel de audiencia, junto a semanarios virtuales o inexistentes páginas web, facturaban diez veces más que un medio de alcance nacional.

3. El generoso reparto de la torta publicitaria tenía dos principales objetivos:

a) Comprar conciencias y acallar (sobornar) a un sector de los periodistas y dueños de medios (¿Por qué será que quienes figuran en la generosa lista nunca dijeron nada del abuso de los fondos sociales para financiar la campaña electoral del nicanorismo, ni de las licitaciones amañadas, ni del escandaloso robo en la Fundación Tesãi?).

b) Obtener a cambio una "buena imagen" de las administraciones y del Gobierno de Nicanor, no como publicidad pagada, sino como mensajes disfrazados de noticias (informes preparados por la agencia Sistema Siete que se pasaban en medio de los noticieros de los canales de tevé, o entrevistadores políticos que hablaban maravillas de Itaipú y Yacyretá en mitad de la charla con sus invitados).

4. Hay una grave distorsión ética cuando es un periodista (y no el promotor publicitario de la empresa) el que negocia y cobra personalmente los avisos para el medio, y se guarda las millonarias comisiones. ¿Es periodista o publicista? ¿Qué independencia o espíritu crítico puede tener, cuando le toca cubrir o procesar una noticia en la que está involucrado el mismo funcionario o político que le paga el aviso?

5. Dar a conocer la lista no es "maldad": es deber informativo. Es superar el falso concepto de solidaridad, o de defensa corporativa, que anida en sectores del gremio periodístico. Y habla muy bien de la independencia de Última Hora que algunos colegas mencionados allí pertenezcan incluso al mismo grupo empresarial de comunicación.