Ser periodista significa a veces convivir con lo más sombrío y con lo más luminoso del alma humana. En estos días cercanos a la Navidad, en la Redacción de Última Hora del Este nos hemos enfrentado al mismo tiempo con historias tan distintas, que reflejan de manera contrastante las caras del mal y del bien.
El jueves al mediodía, la Fiscala de la Niñez y la Adolescencia de Ciudad del Este, Carmen Chávez, rescató al niño J. D. S., de solo 6 años de edad, de un verdadero infierno domiciliario. Una denuncia de vecinos daba cuenta de que el pequeño permanecía gran parte del día atado con una cadena para perros, frente a la precaria pieza del inquilinato en que residía con su madre y su padrastro, en el barrio San Roque.
Con voz quebrada por la indignación, varios moradores del inquilinato brindaron testimonios que ponían los pelos de punta. Mientras los adultos se ausentaban de la casa, el niño quedaba atado, sin bañarse, sin comer, vistiendo la misma ropa durante varios días, llorando de hambre.
Ayer la historia empezó a cambiar. Un informe oficial de la Fiscalía determinó que “el niño encadenado no sufría maltratos físicos de sus padres” (sic). Asegura que el menor confesó a la sicóloga Maximina Vázquez que “un tal Rambo, hijo del dueño del inquilinato, fue quien lo encadenó en el pasillo de la vivienda”. Acto seguido, el padrastro Norberto Ocampos, quedó en libertad.
¿Duelen menos las cadenas, según quien sea el que las amarre? El jueves, el pequeño J.D.S. mostró ante las cámaras las rojas escoriaciones que los eslabones de metal le habían dejado en la piel. Son heridas que seguramente no tardarán mucho en sanar. Pero, ¿cuánto tiempo llevará para que se borren las huellas que esas misma cadena le dejaron en el alma? ¿Meses? ¿Años? ¿Toda una vida?
En la misma sección digital de UH, se podía leer otra noticia: La historia de los pequeños Juan Ángel, David y Yannim Borda, tres hermanitos que fallecieron en un trágico accidente, y en cuya memoria, sus padres Ana y Miguel, han creado la asociación Los Amigos de JADY (formada por las iniciales de los angelitos), buscando ayudar a los que más necesitan.
Para estas fiestas, Los Amigos de JADY llevan adelante una campaña de recolección de aportes, para preparar una exquisita cena de Navidad a los parientes de enfermos del Hospital Regional de Ciudad del Este, y entregar panes dulces a los médicos, enfermeras y funcionarios, que prestarán servicios en la Noche Buena. Es una forma de perpetuar la memoria de los niños que se fueron, pero siguen estando, y cuyo amor fructifica en servicio, solidaridad y caridad con el prójimo.
El jueves al mediodía, la Fiscala de la Niñez y la Adolescencia de Ciudad del Este, Carmen Chávez, rescató al niño J. D. S., de solo 6 años de edad, de un verdadero infierno domiciliario. Una denuncia de vecinos daba cuenta de que el pequeño permanecía gran parte del día atado con una cadena para perros, frente a la precaria pieza del inquilinato en que residía con su madre y su padrastro, en el barrio San Roque.
Con voz quebrada por la indignación, varios moradores del inquilinato brindaron testimonios que ponían los pelos de punta. Mientras los adultos se ausentaban de la casa, el niño quedaba atado, sin bañarse, sin comer, vistiendo la misma ropa durante varios días, llorando de hambre.
Ayer la historia empezó a cambiar. Un informe oficial de la Fiscalía determinó que “el niño encadenado no sufría maltratos físicos de sus padres” (sic). Asegura que el menor confesó a la sicóloga Maximina Vázquez que “un tal Rambo, hijo del dueño del inquilinato, fue quien lo encadenó en el pasillo de la vivienda”. Acto seguido, el padrastro Norberto Ocampos, quedó en libertad.
¿Duelen menos las cadenas, según quien sea el que las amarre? El jueves, el pequeño J.D.S. mostró ante las cámaras las rojas escoriaciones que los eslabones de metal le habían dejado en la piel. Son heridas que seguramente no tardarán mucho en sanar. Pero, ¿cuánto tiempo llevará para que se borren las huellas que esas misma cadena le dejaron en el alma? ¿Meses? ¿Años? ¿Toda una vida?
En la misma sección digital de UH, se podía leer otra noticia: La historia de los pequeños Juan Ángel, David y Yannim Borda, tres hermanitos que fallecieron en un trágico accidente, y en cuya memoria, sus padres Ana y Miguel, han creado la asociación Los Amigos de JADY (formada por las iniciales de los angelitos), buscando ayudar a los que más necesitan.
Para estas fiestas, Los Amigos de JADY llevan adelante una campaña de recolección de aportes, para preparar una exquisita cena de Navidad a los parientes de enfermos del Hospital Regional de Ciudad del Este, y entregar panes dulces a los médicos, enfermeras y funcionarios, que prestarán servicios en la Noche Buena. Es una forma de perpetuar la memoria de los niños que se fueron, pero siguen estando, y cuyo amor fructifica en servicio, solidaridad y caridad con el prójimo.
eres un periodista muy comprometido con la gente y eso es bueno, Andrés. Yo pensaba que a los periodistas eran poco interesados de la realidad social. Me da fuerza para continuar soñando, que existan personas como tú.
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