viernes, 9 de julio de 2010

Lo mejor del Mundial


A veces el universo se ve mejor por el ojo de una cerradura. A veces lo pequeño habla de lo grande, el árbol ayuda a ver el bosque. Solo que en un show tan brillante y grandioso como un Mundial de Fútbol, los pequeños detalles se pierden entre tanto oropel planetario. Pero hay quienes tienen la capacidad de ver… y de contar.
“Lo mejor del Mundial” tituló una de sus vibrantes crónicas escritas en su blog el periodista Martín Muñoz (creo que es mexicano, no hay muchos datos acerca de él en la red, solo sé que es el editor general de Yahoo! Deportes). No se refería al mejor equipo, ni al mejor goleador, ni al mejor arquero, ni al mejor árbitro, ni siquiera a la promocionada “Novia del Mundial”, nuestra bella compatriota Larisa Riquelme.
No. Martín se estaba refiriendo a un gesto humano, a algo que sucedió durante muy pocos minutos o segundos, al término del partido entre Paraguay y Japón, el martes 29 de junio, aquel largo y dramático cotejo de 120 minutos de juego sin goles, que tuvo que definirse en penales, y que nos puso finalmente entre los ocho mejores equipos de fútbol del mundo, cuando un futbolista japonés equivocó un penal y acabamos ganando por 5 a 3.
Fue una explosión de júbilo entre los seguidores de Paraguay, y una depresión colectiva para los de Japón. Y mientras el mundo se llenaba de colores, las cámaras enfocaron por un fugaz momento a Yuichi Komano, el jugador japonés que había fallado el penal, y que allí estaba llorando desconsoladamente, sin que ninguno de sus compañeros le dieran apoyo.
Dos jugadores paraguayos se aproximaron a Komano. El primero fue Edgar Barreto. Así lo cuenta Martín Muñoz: “Se acercó al japonés y, en una de esas raras instancias en la vida en la que no hacen falta palabras, el paraguayo, con un gesto intentó consolar al hombre que les había abierto sin querer las puertas de cuartos de final. No fue el único, luego llegó Nelson Haedo Valdez y el fútbol nos mostró su mejor cara. La que vemos tan pocas veces”.
Hay dos o tres fotos de ese momento. Un reportero de Associated Press percibió lo que ocurría y se acercó a disparar, rápido. Lo de Barreto ya no alcanzó a registrarse, pero hay una bellísima foto en la que Haedo toma entre sus manos la cara de triste niño huérfano de Komano, y recuesta su cabeza por la de él, transmitiéndole toda la ternura, toda la grandeza, la calidad y la calidez humana.
Coincido con Martín: Definitivamente, fue lo mejor del Mundial.

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