Este jueves, 23 de setiembre, se “celebró” el Día Internacional contra la Explotación Sexual y Trata de Personas. No faltaron los discursos y mensajes oficiales sobre el “arduo e interesante trabajo” que presuntamente se realiza desde organismos del Estado paraguayo para erradicar este aberrante delito, considerado el tercer negocio criminal más lucrativo en el mundo, luego del tráfico de drogas y de armas.
Hay mucha mentira e hipocresía en este tema. Se gastan millones en realizar congresos, seminarios, conferencias, estudios, encuestas, investigaciones, confeccionar y distribuir publicaciones, carpetas, folletos, afiches, cedés y devedés promocionales… que repiten lo mismo de siempre, pero casi nada se hace para atacar los puntos críticos de la frontera por donde numerosas niñas y adolecentes mujeres paraguayas siguen siendo llevadas ilegalmente, para ser sometidas a una inhumana explotación sexual en los burdeles y prostíbulos de Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Perú, México, Estados Unidos y España, principalmente.Me ha tocado acompañar a equipos de medios periodísticos internacionales, como Televisión Española (TVE) y el canal estadounidense Infinito, que vinieron en estos días al Paraguay, siguiendo la huella de una serie investigativa que hicimos en Última Hora sobre la trata en la Triple Frontera. Por la dura realidad de pobreza y de ignorancia en que viven miles de familias, nuestro país tiene hoy como un inmenso cartel internacional que dice: “Se venden niñas, tratar en Paraguay”.
Les pude mostrar a los colegas que aquella realidad que expusimos en ÚH, en enero del 2008, no ha variado absolutamente nada: por solo 8.000 guaraníes o 5 pesos es posible hacer pasar ilegalmente a una niña en canoa a través del río fronterizo, desde las costas paraguayas del Sur del Alto Paraná (Península, Cedrales, Puerto Irala, Bertoni, Paranambú), sin que funcionarios de Policía, Marina o Migraciones controlen documentos. Lo que si piden, apenas huelen que hay tráfico ilícito, es la correspondiente coima.
Hace pocas semanas, los miembros del Centro de Atención, Prevención y Acompañamiento a Niñas, Niños y Adolescentes (Ceapra), la única organización no gubernamental que mantiene un hogar para víctimas menores de la trata en todo el Paraguay, fueron desalojados del local que ocupaban en el barrio Boquerón de Ciudad del Este, porque ya no tenían para pagar el alquiler. La Organización Internacional de Migraciones (OIM) les cortó la única ayuda financiera que recibían. La Secretaría de la Mujer y la Itaipú Binacional les prometieron ayuda, pero hasta ahora… nada. Allí andan, en otra casa prestada, donde no saben hasta cuándo podrán permanecer.
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