domingo, 25 de septiembre de 2011

¿Ahora sí son guerrilleros?


El principal logro del autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), en su última incursión armada en Capitán Giménez, Concepción, con el asesinato de dos policías, no fue militar ni mediático, sino político: que el ministro del Interior, Carlos Filizzola, y el propio vicepresidente de la República y presidente en ejercicio, Federico Franco, les otorguen por fin el estatus que siempre han buscado, al caracterizarlos públicamente como guerrilleros.
Filizzola hizo declaraciones aparentemente poco analizadas e incluso contradictorias. "El EPP, con sus actuaciones, se está convirtiendo en una guerrilla. En este momento, incluso, estamos viendo que está incursionando en zonas urbanas", dijo textualmente.
La acción armada del miércoles no ha sido diferente a otras anteriormente realizadas por miembros del EPP, desde que en agosto de 2004 atacaron e incendiaron la comisaría de Kurusu de Hierro, y siguieron con ataques similares a la comisaría de Jhuguá Ñandú (abril 2006), al destacamento militar de Tacuatí, (diciembre 2008), asaltos y quemas de maquinarias en estancias, cuatro secuestros (Debernardi, Cubas, Lindstron y Zavala) y un trágico saldo de 13 víctimas fatales. ¿Qué es lo nuevo, para que Filizzola diga que ahora sí "se están convirtiendo en una guerrilla"?
¿En qué basa el ministro su afirmación de que ahora están "incursionando en zonas urbanas"? Nada parece más rural que el desolado paisaje de Capitán Giménez. Además, desde sus inicios, el EPP actuó en zonas urbanas: sus primeros sonados secuestros (Debernardi, 2001 y Cubas, 2004) fueron en Asunción. En abril de 2009 colocaron una bomba en el baño del Palacio de Justicia, en la capital. Pero su base de operaciones sigue siendo rural.
El vicepresidente Federico Franco apoyó el razonamiento del ministro: "La única manera (de enfrentarlos) es hacer de esto una guerra de guerrillas", declaró.
Los integrantes del EPP obtienen así lo que el anterior ministro del Interior, Rafael Filizzola, siempre les negó, al insistir en calificarlos como "delincuentes comunes". A partir de ahora, el EPP podrá reclamar internacionalmente -como la mayoría de los grupos guerrilleros en la historia- su reconocimiento como fuerza beligerante insurgente, y acogerse a las Leyes sobre la Guerra de la Convención de Ginebra, exigiendo la intervención de la Cruz Roja Internacional, entre otros beneficios. Si lo consiguen, será gracias al generoso reconocimiento político otorgado por el vicepresidente y el ministro del Interior.

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