“Ser paraguayo es una permanente sensación de partida: una
continua manera de decir adiós”. Me lo dijo alguna vez el crítico literario
Edgar Valdéz, un digno paraguayo que tuvo que marcharse a la Argentina durante
la dictadura, y aunque falleció en el exilio nunca dejó de aportar a su patria lo
mejor de su pensamiento crítico, de sus ideas progresistas y su vocación
democrática.
Esa dura y literaria frase, que define tan certeramente la larga
historia de exilio político, social y económico de miles de compatriotas, me
vino a la memoria en estos días, en que me toca participar del 9º Foro de
Austin, que reúne a periodistas investigadores de América Latina y Estados
Unidos, convocado por el Centro Knigth para el Periodismo de la Américas, en la
bella y musical ciudad texana de Austin. El tema central es la cobertura de los medios sobre la
migración en las Américas.
Me toca exponer trabajos periodísticos realizados con comunidades
de paraguayos en Argentina y España, incluyendo investigaciones sobre su
aspecto más doloroso: la trata de niñas y mujeres con fines de esclavitud y explotación
sexual. También una serie reciente de reportajes sobre la colectividad migrante más numerosa en
Paraguay, la de los brasileños en la frontera Este, con su creciente poderío,
sus millonarias cifras productivas y los conflictos derivados del choque de
culturas, intereses económicos y modelos productivos.
En menos de un mes, los paraguayos y paraguayas viviremos una
experiencia histórica fundacional en nuestro proceso político. El domingo 9 de
octubre somos convocados al primer referéndum de nuestra etapa democrática,
para responder con un sí o un no para que los paraguayos en el exterior puedan
votar en las elecciones y elegir autoridades.
Aunque parezca increíble, hay quienes quieren que respondamos
que no. O que, vencidos por la apatía o el desencanto, no acudamos a esa cita
con la historia y la dignidad. Son quienes han cimentado su poder en el
clientelismo, en la corrupción, en la ignorancia, y temen que los paraguayos y
paraguayas que habitan fuera de la patria tengan una mirada más lúcida y
crítica, y se conviertan en un peligro para la continuidad electoral de
sistemas de atraso y de injusticias.
En el clavo, como siempre, mi querido maestro.
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