sábado, 10 de septiembre de 2011

Hay que decir que si


“Ser paraguayo es una permanente sensación de partida: una continua manera de decir adiós”. Me lo dijo alguna vez el crítico literario Edgar Valdéz, un digno paraguayo que tuvo que marcharse a la Argentina durante la dictadura, y aunque falleció en el exilio nunca dejó de aportar a su patria lo mejor de su pensamiento crítico, de sus ideas progresistas y su vocación democrática.
Esa dura y literaria frase, que define tan certeramente la larga historia de exilio político, social y económico de miles de compatriotas, me vino a la memoria en estos días, en que me toca participar del 9º Foro de Austin, que reúne a periodistas investigadores de América Latina y Estados Unidos, convocado por el Centro Knigth para el Periodismo de la Américas, en la bella y musical ciudad texana de Austin. El tema central  es la cobertura de los medios sobre la migración en las Américas.
Me toca exponer trabajos periodísticos realizados con comunidades de paraguayos en Argentina y España, incluyendo investigaciones sobre su aspecto más doloroso: la trata de niñas y mujeres con fines de esclavitud y explotación sexual. También una serie reciente de reportajes sobre  la colectividad migrante más numerosa en Paraguay, la de los brasileños en la frontera Este, con su creciente poderío, sus millonarias cifras productivas y los conflictos derivados del choque de culturas, intereses económicos y modelos productivos.
En menos de un mes, los paraguayos y paraguayas viviremos una experiencia histórica fundacional en nuestro proceso político. El domingo 9 de octubre somos convocados al primer referéndum de nuestra etapa democrática, para responder con un sí o un no para que los paraguayos en el exterior puedan votar en las elecciones y elegir autoridades.
Aunque parezca increíble, hay quienes quieren que respondamos que no. O que, vencidos por la apatía o el desencanto, no acudamos a esa cita con la historia y la dignidad. Son quienes han cimentado su poder en el clientelismo, en la corrupción, en la ignorancia, y temen que los paraguayos y paraguayas que habitan fuera de la patria tengan una mirada más lúcida y crítica, y se conviertan en un peligro para la continuidad electoral de sistemas de atraso y de injusticias.
Por todo eso, hay que acudir a las urnas el domingo 9 de octubre… y decir que sí. 

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