viernes, 16 de septiembre de 2011

La crisis de la salud



Una de las pocas banderas que todavía le estaban dando buen perfil al Gobierno de Fernando Lugo era el de la salud pública, merced a la gratuidad de los servicios, implementada en forma más simbólica que efectiva, y a una ministra que llegó a la cartera con una reconocida trayectoria de lucha en el gremio médico, y que ha sabido mantener una imagen de gestión más o menos eficaz y transparente, por encima de las rencillas políticas internas.
Pero en estos días, el sector salud –uno de los más sensibles para la población mayoritariamente humilde- ha eclosionado con una crisis inédita para este país en donde todos siempre buscan ingresar a la administración pública: el preaviso de renuncia de –hasta ahora- cerca de 300 médicos y médicas de diferentes especialidades, en reclamo por situaciones laborales que consideran injustas e indignas.
La sorpresiva medida gremial permite conocer de cerca un cuadro de explotación en el trabajo que a muchos sorprende, ya que estaba instalada la idea de que los profesionales de la salud constituyen un grupo privilegiado, a diferencia de otros sectores obreros más pauperizados. Pero la enunciación de las demandas muestra otra cosa: Médicos y médicas que deben sostener guardias continuas de 24 horas, cobrando entre 15 a 25 mil guaraníes la hora, sin seguro médico ni cobertura social, sin equipos ni insumos hospitalarios adecuados, con la inseguridad de ser mantenidos años tras años bajo la figura de contratados eventuales.
Lo descrito es alarmante: ¿Qué ser humano puede aguantar y brindar un buen servicio de salud, tras 24 horas de trabajo contínuo? ¿Cómo confiar la salud, es decir la vida, a un profesional en estas condiciones?
La movilización ya empieza a instalar detalles más preocupantes, como lo sucedido en el Hospital Regional de Ciudad del Este, donde la renuncia del único cirujano pediátrico ha forzado a que todas la cirugías programadas hayan quedado suspendidas, y solo se puedan garantizar las más urgentes por 30 días más.   
Es cierto que la crisis de salud que hoy estalla no es un problema solo de ahora, sino que emerge como resultado de largos años de desórdenes y precariedad, de centros de salud y hospitales públicos manejados como seccionales coloradas. Pero no por ello deja de ser un grave detonante social que, si no logra ser revertido por las actuales autoridades, acabará por derribar una de las últimas banderas de avances sociales que le quedan a este Gobierno

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