¿Qué se hizo de aquel Nicanor que vociferaba en los mítines partidarios con las venas a punto de explotar? ¿Qué pasó con aquel auto-proclamado Tendota que echaba sapos y culebras, acusando a periodistas de “escribas corruptos” y al hoy presidente electo Fernando Lugo de “obispo averiado”? ¿Dónde está aquel incansable y mediático político en eterna campaña electoral, al que costaba hallar en su oficina del Palacio?
Este presidente en retirada que ahora aparece raras veces en portadas de diarios y en pantallas de la tele, está casi irreconocible: No grita, no insulta, no se burla de los demás. Vive encerrado la mayor parte del tiempo en su despacho y hasta hay quien dice que ahora sí gobierna. Las pocas ocasiones que habla en público hasta parece humilde, equilibrado, racional, con ganas de contribuir al nuevo momento político.
Pobrecito Gustavo Cabañas, el genial humorista del programa Telecomio: ¡Se quedó sin su más célebre personaje a quien imitar! Es cierto, ahora lo tiene a Fernando Lugo y la imitación del monseñor-presidente le sale re bien, pero convengamos… ¡No tiene la misma gracia que el impagable Nikenor Jugarte Brutos!
Desde que perdió las elecciones, Nicanor se parece a otro. Se parece quizás a aquel candidato con interesante perfil de estadista moderno que encendió las esperanzas de un sector mayoritario de la población en las elecciones del 2003.
Se esperaba que Nicanor fuera el presidente que institucionalice al Paraguay de la transición, un poco como Fernando Henrique Cardozo lo hizo en Brasil. Los anteriores mandatarios habían dejado un país más devastado, y prácticamente todos terminaron sus mandatos acusados o procesados por delitos de corrupción.
Duarte Frutos pudo ser diferente… pero lamentablemente no lo fue. Los interesantes logros de los dos primeros años de su gobierno se dilapidaron pronto en una obsesiva cruzada fundamentalista, en busca de la anticonstitucional reelección, de la retención del poder cueste lo que cueste.
Recién ahora, en el brusco y sorpresivo final de la larga fiesta colorada, está mostrando el rostro del presidente que no tuvimos.
Ahora se va. Quiere irse antes, pero no le dejan. ¿Por qué…? Si sus adversarios no fueron capaces de evitar en su momento que sea candidato a senador, no tiene sentido impedirlo ahora, cuando ya lo respalda el voto popular. Hay que dejarlo que renuncie a la presidencia y jure como legislador, respetando la institucionalidad democrática. Si luego la Justicia encuentra evidencias para procesarlo, lo correcto será pedir su desafuero.
Nicanor ya tiene su lugar en la historia, y no es el que más le hubiese gustado: de ahora en más se lo recordará como el último presidente colorado, el que dejó caer al partido del poder, luego de 60 años de hegemonía. Muchos se lo reprocharán por siempre… pero muchos no se lo vamos a terminar de agradecer.
Que pena realmente por Nicanor, todos sabemos que es un hombre sumamente inteligente y capaz, pero que talvez ese "espíritu" que vino consolidandose con el partido Colorado, haya sido el causal de su inoperancia. El fué creciendo y escalando con ese virus dentro suyo, que tal vez ni lo sabia! Y ahora que está frente al espejo, donde mira y se dice a sí mismo, "pudiste haber hecho mejor las cosas mi cuate...", creo que por eso está hoy como está, callado, casi con vergüenza para salir a la luz, tal vez ahora valore lo que está perdiendo, pero ya en vano se llora sobre leche derramada.
ResponderEliminarY bueno, un nuevo país nos espera para ser, nosotros, protagonistas de un cambio, que el nuevo gobierno, no podrá llevarlo a cabo si nosotros no nos despertamos y pujamos juntos.
Fuerza Paraguay!