viernes, 6 de noviembre de 2009

No se equivoque, señor...


Si usted lee que critico la inacción o los graves errores del actual Gobierno ante los desafíos de la realidad nacional, no significa que me haya arrepentido de haber votado por la alternancia democrática, ni mucho menos que esté convencido de que Fernando Lugo es peor que los presidentes colorados que tuvimos en los últimos 60 años. Nada puede ser peor que aquel largo periodo de dictaduras asesinas y democracias corruptas enmascaradas, que dejaron a un país hundido en el fondo del pozo más oscuro, y cuya trágica consecuencia la seguimos pagando ahora.
No se equivoque, señor…
Si alzo mi voz ante la sospechosa sobrefacturación en el intento de compra de las tierras de Teixeira, o ante la peligrosa continuidad de algunos vicios con olor a corrupción y prebendarismo en el manejo de la cosa pública, no implica que me esté sumando a sus delirantes teorías de conspiración política; a sus burdos rumores de amenazas de golpes de Estado; a su macartista campaña de paranoia anti-comunista resucitada de la época de la guerra fría y que haría palidecer a los mismos Stroessner, Pastor Coronel o Kururu pire; ni mucho menos que abone sus demenciales y oportunistas exigencias de juicio político contra el presidente.
No se equivoque, señor…
Si me ve en la calle enarbolando una cinta blanca para pedir por la liberación del ganadero secuestrado Fidel Zavala, reclamando una acción más decidida ante la ola de robos, asaltos y asesinatos, no me estoy olvidando de las muchas otras víctimas anónimas de la inseguridad, ni tampoco me engaño al creer que toda esta violencia es responsabilidad única de este Gobierno. Sé que hay una situación heredada, esfuerzos genuinos por depurar y profesionalizar las fuerzas de seguridad, mafias derramando sangre justamente por resistirse al cambio, pero también sé que desde el poder se debería hacer más, mucho más, por avanzar en el proceso.
No se equivoque, señor…
No tengo tan flaca memoria. No me olvido de quién era usted cuando manejaba este país como su territorio feudal, ni tampoco ignoro como amasó su macabra fortuna. No me venga ahora a presentarse como angelito caído de las nubes, ni como el nuevo paladín de la democracia, que nos conocemos demasiado bien.
Nunca creímos que el cambio iba a resultar fácil. Quizás estemos desilusionados de muchas cosas, pero no nos tome por tontos. El Paraguay se ha mirado al espejo y ha decidido emprender una nueva marcha, confusa, vacilante, llena de dudas y contradicciones, pero esa marcha es hacia adelante. Ya nunca para atrás.
No se equivoque, señor…

3 comentarios:

  1. ¿Qué pasa, Andrés? ¿Por qué te tomas tanto con Nicanor? Tranquilo. Hacer memoria no es igual a odio, sino a hacer de este país un sitio mejor.

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  2. ¿Y cómo sabés que me refiero a Nicanor? ¿Odio, yo? ¿Nervioso yo? Nada que ver. Solo me indigna que nos quieran tomar por tontos y quieran dar clases de moral los que fundieron este país, y llamen ahora a la puerta de los cuarteles, y hablen de juicio político, y vean comunistas hasta en la sopa. Quien no los conoce que los compren. Solo eso. Lo demás, paz y amor. ¿En serio le defendés a Nicanor?

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  3. No le defiendo a Nicanor, Andrés. Lo único que quiero que tú como periodista en vez de sembrar odios y rencores, des tu opinión de una forma crítica, pero sin indirectas a ninguna persona.
    Ya sé que los colorados no son santos ni menos Nicanor.
    Yo no espero nada de este gobierno y de Nicanor espere porque me siento culpable al no poder hacer nada para que cambie este país. Mi escritura no sirve.

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