La portada del diario Última Hora todavía está allí, pegada como un póster en la pared de la oficina.
El papel se ha puesto amarillento y ajado, pero aún puede verse la imagen de un Fernando Lugo sonriente, la bandera paraguaya sobre los hombros, el puño izquierdo levantado contra el fondo de una multitud eufórica frente al Panteón de los Héroes. Un titular enorme y contundente: “Lugo tumba al Partido Colorado”. Es el fiel retrato periodístico de aquella noche del 20 de abril de 2008, un parte aguas en la historia política contemporánea del Paraguay.
Dos años después, otras tapas de diarios se amontonan sobre el escritorio. “Corrupción en la era Lugo”. “Juez procesa a Soares y Lugo lo deja en el cargo”. “Fiscal imputa al titular de Petropar por caso PDVSA”. Otro tiempo, otro clima, otras noticias. ¿Tanto ha cambiado todo en tan poco tiempo? ¿En dónde están los sueños de aquel 20 de abril?
No es fácil separar el trigo de la cizaña de intereses tan determinados. No es fácil ser críticos sin caer en el juego perverso de quienes perdieron sus privilegios aquel domingo histórico y hoy acechan con demenciales teorías de conspiración y amenazas de juicios políticos o golpes de Estado. No es fácil informar sobre los cada vez mayores hechos de irregularidad o corrupción en el Gobierno Lugo, sin ser pretendidamente descalificados como propiciadores de una “campaña mediática de desprestigio y persecución política”, aunque suene al mismo libreto del anterior Gobierno colorado ante las denuncias periodísticas.
Quizás era previsible el desgaste en el poder de un Gobierno de signo político nuevo, que prometía ser distinto y acaba cayendo en varios de los mismos vicios que se propuso transformar, pero aún habrá que poner en la balanza algunos de sus logros, más simbólicos que efectivos: la gratuidad de la salud pública, los esfuerzos por una educación más despolitizada y de mejor calidad, la desigual batalla por limpiar la corrupción en la Policía, los valederos intentos por formalizar la economía.
Convengamos en que este no es el Gobierno distinto que soñábamos aquella noche, y quizás ya no tenga la oportunidad de serlo en el resto del camino que le queda. Pero fue quizás la única opción concreta que nos dio la historia, en su momento, para poner fin al largo periodo de dictaduras asesinas y democracias corruptas enmascaradas, que dejaron a un país hundido en el fondo del pozo más oscuro, y cuya trágica consecuencia la seguimos pagando hasta ahora. De lo que Fernando Lugo y sus colaboradores hayan hecho -y todavía puedan hacer o dejar de hacer- con los sueños ciudadanos, tendrán que rendir cuentas. Pero esos sueños permanecen vivos, y más temprano que tarde exigirán nuevos caminos a la historia.
El papel se ha puesto amarillento y ajado, pero aún puede verse la imagen de un Fernando Lugo sonriente, la bandera paraguaya sobre los hombros, el puño izquierdo levantado contra el fondo de una multitud eufórica frente al Panteón de los Héroes. Un titular enorme y contundente: “Lugo tumba al Partido Colorado”. Es el fiel retrato periodístico de aquella noche del 20 de abril de 2008, un parte aguas en la historia política contemporánea del Paraguay.
Dos años después, otras tapas de diarios se amontonan sobre el escritorio. “Corrupción en la era Lugo”. “Juez procesa a Soares y Lugo lo deja en el cargo”. “Fiscal imputa al titular de Petropar por caso PDVSA”. Otro tiempo, otro clima, otras noticias. ¿Tanto ha cambiado todo en tan poco tiempo? ¿En dónde están los sueños de aquel 20 de abril?
No es fácil separar el trigo de la cizaña de intereses tan determinados. No es fácil ser críticos sin caer en el juego perverso de quienes perdieron sus privilegios aquel domingo histórico y hoy acechan con demenciales teorías de conspiración y amenazas de juicios políticos o golpes de Estado. No es fácil informar sobre los cada vez mayores hechos de irregularidad o corrupción en el Gobierno Lugo, sin ser pretendidamente descalificados como propiciadores de una “campaña mediática de desprestigio y persecución política”, aunque suene al mismo libreto del anterior Gobierno colorado ante las denuncias periodísticas.
Quizás era previsible el desgaste en el poder de un Gobierno de signo político nuevo, que prometía ser distinto y acaba cayendo en varios de los mismos vicios que se propuso transformar, pero aún habrá que poner en la balanza algunos de sus logros, más simbólicos que efectivos: la gratuidad de la salud pública, los esfuerzos por una educación más despolitizada y de mejor calidad, la desigual batalla por limpiar la corrupción en la Policía, los valederos intentos por formalizar la economía.
Convengamos en que este no es el Gobierno distinto que soñábamos aquella noche, y quizás ya no tenga la oportunidad de serlo en el resto del camino que le queda. Pero fue quizás la única opción concreta que nos dio la historia, en su momento, para poner fin al largo periodo de dictaduras asesinas y democracias corruptas enmascaradas, que dejaron a un país hundido en el fondo del pozo más oscuro, y cuya trágica consecuencia la seguimos pagando hasta ahora. De lo que Fernando Lugo y sus colaboradores hayan hecho -y todavía puedan hacer o dejar de hacer- con los sueños ciudadanos, tendrán que rendir cuentas. Pero esos sueños permanecen vivos, y más temprano que tarde exigirán nuevos caminos a la historia.
Ay na Andrés querido! Como quisiera que por unos meses al menos, les tocara gobernar a todos los periodistas de este país, y que tengan que elegir sus colaboradores de sus salas de prensa para poner en orden el desorden que cuestionan... como no quisiera estar del otro lado, para reportar cada una de las equivocaciones que van a cometer. No es nada fácil, nadie está listo, nadie tiene todas las herramientas mágicas para desmontar décadas de un estado patrimonialista. Es dificil cambiar de un día para otro prácticas muy instaladas, en las instituciones públicas, en las empresas proveedoras, y en los distintos actores que permiten que las cosas funcionen o no funcionen. Aqui todos le ponen las trabas a todos para que todo sea más dificil. Yo nunca tuve la esperanza depositada en un solo hombre, yo ya entendi hace rato que el cambio no pasa solamente por cambiar de presidente, yo distribuyo mis expectativas entre los distintos grupos que harán posible una cultura politica democrática, y eso no pasa solamente por el presidente o por los parlamentarios o por los intendentes. Pasa por un empresariado ético y responsable, una ciudadanía participativa y conocedora de sus derechos, una prensa crítica e independiente, partidos políticos serios y promotores de ideas para la sociedad. En fin, ya me vienen ganas de escribir más largo sobre esto, pero es tu blog, y respeto tu espacio. Abrazo compañero. GioG.
ResponderEliminar¡Hola, querida Gio! Cada chancho a su corral, o algo por el estilo. No es aconsejable que los periodistas nos pongamos a gobernar, ni siquiera jugando, mirá lo que le pasó a Nicanor. Además yo ya estuve allí, acordate, aunque en chiquitito (director de Comunicación en la Muni de Asunción, 1991-1992) y entiendo perfectamente lo que decís. La burocracia es más siniestra de la que pintaba Kafka. Allí me vacuné para siempre (creo) contra la tentación del poder. Me dije: nunca más funcionario público, ni aunque sea dentro de proyectos aureolados de cambio, participación y progresismo. Entiendo que puedo ser más útil a la sociedad manteniéndome como periodista, lo más independiente y profesional que me permitan mi subjetividad y mi limitada capacitación. Y en eso estoy, si Dios o quien sea lo permiten, hasta la muerte.
ResponderEliminarApoyo con entusiasmo que muchos de mis amigos, amigas, ex compañeros y compañeras de lucha en tantas causas idealistas (incluyendo al actual presidente y a muchos de sus ministros), hoy estén en el Gobierno y en la Administración pública, tratando sinceramente de mejorar y cambiar las cosas. Pero trato de que ese apoyo, ese afecto, y una buena porción de ideas (o ideologías) compartidas, no me inhiba para investigar, informar u opinar críticamente como periodista cuando percibo que hay valederas razones para hacerlo. Entiendo que eso hace a la esencia de mi profesión, mi vocación y mi oficio. Si lo hice con muchos de los que estaban en los anteriores Gobiernos colorados, abominables bandidos, me siento aun mucho más obligado a hacerlo con quienes son (o fueron) mis amigos o compañeros, ya que de ellos esperaba (esperábamos muchos, y quizás seguimos esperando) una actitud ética y política diferente.
Tenés razón en todo lo que nos reclamás a los periodistas, y a los demás, pero aquí estamos hablando de los indicios serios de corrupción que han ido apareciendo en este Gobierno, y en la impunidad que se teje desde adentro, disfrazado de discurso de víctimas de persecución política. Y por más que nos duela, o por más que lastime a nuestros afectos y a nuestras simpatías políticas, no podemos justificar o encubrir las fechorías de los nuestros. De lo contrario, ¿en qué pretendemos ser diferentes?
Con el cariño de siempre.
Andrés.
Hola Colmán... no me conocés pero yo te conozco a través de tus libros y tus escritos, estoy muy de acuerdo con lo que expones y en parte con lo expone Gio. Estoy convencida que para quitar nuestro querido Paraguay de esta "misería" en la que todos estamos metidos, necesitamos también que todos persigamos el mismo fin, pero desde las diferentes aristas en las que nos desarrollamos como "ciudadanos participativos". Mientras creamos que hemos cumplido con el país porque hemos ido a votar en las elecciones y delirar porque "aquel 20 de abril yo tambiém estuve ahí", no lograremos mucho. Nuestro compromiso ciudadano es mucho más amplio. Creo que podríamos empezar haciendo lo mejor que podemos desde la diversidad de nuestros trabajos. Si como maestra de un IFD del país de lunes a sábado hago lo mejor que puedo y tu desde el tuyo y Gio desde el suyo, no hay país, ni gobierno, ni institución alguna que no salga adelante. Pero si sólo nos sentamos a criticar que por qué hace igual o peor que el anterior... que 60 años fueron muchos...que todos loo somos corruptos... que que y que. Siempre estaremos dando la vuelta y las vueltas sobre los mismos porqué y no habrá zapato alguno que nos calce...Es la primera vez que entre a esta página, me parece fantástica, y espero que mi delirio que escritora jajaja por lo menos me sirva de catarsis.¿qué te parece si invitamos a otros a hacer lo mejor que puedan en lo suyo y así construyamos un páis mejor participando todos y forzando a nuestras autoridades a que también hagan lo mismo y hacerles entender que los bla, bla, bla no nos llevan a ningún lugar prospero alguno y que exigimos resultados? Encantada y éxitos... marifa
ResponderEliminarEstá hecha la invitación, Marifa. Gracias!
ResponderEliminarAlgunos logros hubieron y siguen las esperanzas, pero en la mayoría de los casos los sueños siguen siendo tales; desde luego que no podemos esperar milagros en tan corto tiempo, pero me hubiera más gustado que los pocos avances hayan sido debidos a la oposición y a las trabas de los que están acostumbrados al poder y no por lo negativo que hemos descubierto de los representantes que hemos elegido.
ResponderEliminarLos sueños siguen siendo tales, poco ha cambiado, pero algo está diferente… aquella vez estuve muy feliz y lleno de esperanzas, pero éstas no significan sólo quedar sentados esperando.
ResponderEliminarCada uno de nosotros debíamos hacer algo más, tal vez allí lo que radica la razón de avanzar poco, ya sea por sumergirnos en el letargo, ya sea por permisividad, por poca acción y reacción, y más aún por criticar bastante y no aportar casi nada.
Desde luego que en varios casos hubo decepciones bien grandes… me hubiera gustado que la quietud, o el continuismo de ciertas prácticas que deberían erradicarse hayan sido por las trabas u oposiciones de los que estaban acostumbrados al poder, pero he aquí que viene de las filas a quienes hemos apoyado… eso duele y mucho, pero nada es perfecto y todo es perfectible.
Tres años han sido muy pocos aún, en cierto sentido debemos exigir más al gobierno, pero he aquí que siento que la mayoría al hablar de eso solo piensa en el ejecutivo olvidándose que están conformados por tres poderes.
Lugo ha demostrado tener tantos vicios como virtudes, pero los otros dos poderes? El judicial siguió liberando a varios ladrones de guantes blancos, la impunidad y la corrupción siguen y seguirán fuertes si allí no hay cambios sustanciales, el poder legislativo producto de la lista sábana es impresentable en tantas ocasiones y traban proyectos que deberían mejorar al país.
Y el pueblo como quedamos? Tengamos en cuenta nuestra propia responsabilidad, pues en el fondo seguimos con tantas cosas sin mejorar en nada siempre esperando que todo venga de arriba por milagro.
El verdadero cambio viene de a poco, y nacerá de todos nosotros, no depende del cambio de un presidente, depende de una profunda transformación que exige un proceso que ha de requerir bastante tiempo.
Por eso mi resumen, mi balance es positivo, y aunque no tenga tantas razones para festejar, hago un brindis imaginario de que si la meta es posible, aunque sea en un futuro no tan cercano.