viernes, 28 de mayo de 2010

Huevadas violentas



Se hacen llamar dirigentes sindicales, líderes que en teoría luchan por un modelo de sociedad alternativa con mayor justicia y equidad, pero el comportamiento demostrado el miércoles a la tarde, al rodear y atacar a la sede de la Redacción del diario Última Hora, en Asunción, arrojando huevos y petardos, además de proferir insultos verbales de todo tipo, contradictoriamente los asocia a exaltados integrantes de turbas o patotas, o de violentas barras bravas futboleras.
La Mesa Coordinadora Sindical quiso justificar que la manifestación fue dirigida solo contra el empresario Antonio J. Vierci, presidente del grupo empresarial al que pertenece este diario, en protesta por “la línea editorial que responde a intereses fácticos”, pero quienes se hallaban en el interior del edificio atacado eran periodistas y funcionarios, obreros de talleres y de transporte, y asustados clientes atrapados por la violencia.
A los comunicadores nos resultó aun más inexplicable identificar entre los dirigentes al propio secretario de organización del Sindicato de Periodistas del Paraguay, el colega Eduardo “Coco” Arce. Un medio periodístico atacado por una turba, y el directivo del gremio que debería defendernos, ubicado del lado de los agresores.
La línea editorial de un diario es la opinión oficial de sus editores, con la cual se puede discordar libremente, y existen mecanismos democráticos para contestar y expresar el disenso: el derecho a réplica, los espacios informativos, las secciones de opinión pública, o las variadas opciones de libre acceso y contestación que permite también la edición digital en internet. Un acto de agresión como el que protagonizaron los funcionarios públicos no solo cae en la práctica ilegal de la violencia, sino además configura un atentado contra la libertad de prensa y de expresión.
Quienes conocen mi manera de pensar y mi postura personal, saben que siempre apoyé las conquistas laborales, y en este caso estoy a favor de la Ley que reduce las horas de trabajo de los funcionarios públicos, por más que crea que en este conflicto se juegan intereses políticos extra-gremiales, en la pulseada de poder entre el Gobierno y sus adversarios en el Parlamento. Dentro del pluralismo que caracteriza a Última Hora, nunca he sentido restricciones para expresar mis opiniones en mis columnas semanales, aunque resulten discordantes con la línea editorial del diario.
Es lo que muchos periodistas venimos haciendo desde hace décadas: informar responsablemente y expresar con libertad nuestra opinión, y leer y escuchar con respeto a quienes disienten, sin salir a patotear y a arrojar huevos a la cara de todos los que piensan distinto.

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