Tras un trágico “accidente” que cobró la vida de un chico en el barrio San Miguel de Ciudad del Este, envolviendo en un horrible drama a la familia de una querida amiga, conocí con horror la última diversión de moda entre los jóvenes: El juego de la “ruleta rusa”, un revólver cargado con una sola bala, a la que hacen girar el tambor y luego aprietan el gatillo apuntando al jugador de enfrente, con apuestas en dinero a ver si se dispara o no.
El episodio no es aislado, sino la manifestación sintomática de un país que arrastra una larga tradición de culto al mbokapu, donde impera un impune tráfico ilícito que mueve millones, ligado al narcotráfico, especialmente en zonas fronterizas de Ciudad del Este, Salto del Guairá y Pedro Juan Caballero, donde las armas se venden como si fueran caramelos.Escribo este artículo desde Montevideo, Uruguay, en un seminario convocado por la Fundación del Premio Nobel de la Paz costarricense Oscar Arias, en donde me toca exponer resultados preliminares de una investigación sobre tráfico de armas en Paraguay, que realizamos con la abogada Yenny Villalba.
Sobre estadísticas de la Policía Federal brasileña, que en dos años decomisó 20.000 armas introducidas ilegalmente por Ciudad del Este, es posible cuantificar que se trafican 30.000 armas de fuego por año desde el Paraguay, especialmente con destino a organizaciones criminales brasileñas como el Primer Comando Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV).
En este seminario accedemos a nuevos y preocupantes datos oficiales. Diana Vargas, directora de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, revela que en el Paraguay hay 700.000 armas no registradas en poder de ciudadanos. El teniente coronel Oscar Villagra, de la Dirección de Material Bélico de las Fuerzas Armadas (Dimabel), indica que sólo 288.887 personas han registrados sus armas, y reconoce la dificultad de controlar la venta y el uso. El director de operaciones de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), Miguel Chaparro, muestra como los narcotraficantes adquieren con suma facilidad en el mercado negro poderosas armas de guerra, desde fusiles de asalto hasta ametralladores y cañones anti-aéreos.
Paraguay mantiene una tasa de homicidio de entre 12 y 13 por cada 100.000 habitantes, que según índices de la Organización Mundial de la Salud es calificada como epidémica, ya que lo normal es de 0 a 5. Otro factor alarmante es que hay 210 empresas privadas de seguridad registradas, que emplean a 24.000 guardias privados, más que el doble de los 10.000 policías operativos.Un punto muy positivo expuesto por los representantes del Gobierno es que existen acciones en marcha para ejercer un mayor control y reducir el tráfico y transferencia de armas.
Pero Paraguay aparece muy detrás de experiencias comunitarias de entrega y destrucción de armas que se llevan a cabo en países como la Argentina. Aquí, por el contrario: una donación de explosivos c-4 de Estados Unidos para destruir armamento obsoleto de las Fuerzas Armadas acabó siendo robado y ofertado en el mercado negro, junto a las armas que se debían destruir.
El episodio no es aislado, sino la manifestación sintomática de un país que arrastra una larga tradición de culto al mbokapu, donde impera un impune tráfico ilícito que mueve millones, ligado al narcotráfico, especialmente en zonas fronterizas de Ciudad del Este, Salto del Guairá y Pedro Juan Caballero, donde las armas se venden como si fueran caramelos.Escribo este artículo desde Montevideo, Uruguay, en un seminario convocado por la Fundación del Premio Nobel de la Paz costarricense Oscar Arias, en donde me toca exponer resultados preliminares de una investigación sobre tráfico de armas en Paraguay, que realizamos con la abogada Yenny Villalba.
Sobre estadísticas de la Policía Federal brasileña, que en dos años decomisó 20.000 armas introducidas ilegalmente por Ciudad del Este, es posible cuantificar que se trafican 30.000 armas de fuego por año desde el Paraguay, especialmente con destino a organizaciones criminales brasileñas como el Primer Comando Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV).
En este seminario accedemos a nuevos y preocupantes datos oficiales. Diana Vargas, directora de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, revela que en el Paraguay hay 700.000 armas no registradas en poder de ciudadanos. El teniente coronel Oscar Villagra, de la Dirección de Material Bélico de las Fuerzas Armadas (Dimabel), indica que sólo 288.887 personas han registrados sus armas, y reconoce la dificultad de controlar la venta y el uso. El director de operaciones de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), Miguel Chaparro, muestra como los narcotraficantes adquieren con suma facilidad en el mercado negro poderosas armas de guerra, desde fusiles de asalto hasta ametralladores y cañones anti-aéreos.
Paraguay mantiene una tasa de homicidio de entre 12 y 13 por cada 100.000 habitantes, que según índices de la Organización Mundial de la Salud es calificada como epidémica, ya que lo normal es de 0 a 5. Otro factor alarmante es que hay 210 empresas privadas de seguridad registradas, que emplean a 24.000 guardias privados, más que el doble de los 10.000 policías operativos.Un punto muy positivo expuesto por los representantes del Gobierno es que existen acciones en marcha para ejercer un mayor control y reducir el tráfico y transferencia de armas.
Pero Paraguay aparece muy detrás de experiencias comunitarias de entrega y destrucción de armas que se llevan a cabo en países como la Argentina. Aquí, por el contrario: una donación de explosivos c-4 de Estados Unidos para destruir armamento obsoleto de las Fuerzas Armadas acabó siendo robado y ofertado en el mercado negro, junto a las armas que se debían destruir.
Estimado Andres. Lo felicito antes que nada por traer este tema sobre la mesa, justo en el momento mas necesario. El punto de vista es importante en este momento por el hecho de que es imperioso un tratamiento mas profundo del tema, y llegar a la esencia mismo de la violencia, de la cual con certeza Paraguay no escapa. Sin embargo, quisiera puntualizarle de que el punto de vista expuesto en Montevideo(donde tambien estuve) es un punto de vista muy sesgado, plagado de imprecisiones, parcialista, y expuesto por representantes de personas que no buscan acabar con este flagelo, sino mas bien, seguir apostando al crecimiento de la violencia como forma de control social, como forma de alienacion, y finalmente mostrando un terrible desconocimiento cientifico sobre el tema. Primeramente, enfocan la lucha hacia el objeto, no hacia los comportamientos humanos, que son los que mueven las armas. La fundacion del Sr. Arias, AI, y otras ONG que estan detras de esta Campana Mundial, son pagadas por las fabricantes de armas, le ofrezco datos. Solo como un ejemplo, la Fundacion Brady ofrece datos privados de sus propios socios y patrocinantes, como forma de financiar su campana. Por otro lado, los expositores de Montevideo desconocen las investigaciones hechas por Universidades(como la de Harvard) e Institutos de Criminologia y Sociologia muy respetados, para limitarse a atacar solamente "las armas", y no tocar lo que la ciencia autorizada trae a discusion. Existen investigaciones(que le ofrezco) donde claramente se muestra que establecer mecanismos de control extremos, o prohibitivos(como es el caso de Paraguay) llevan a una espiral de violencia dificiles de revertir. Esto ocurre por la ruptura del equilibrio necesario a nivel macro y microsocial, llevando a que la sociedad opte por armarse, evitar el registro, la clandestinidad, el nacimiento del trafico, el lavado de dinero, y una serie mas de delitos conexos que son muy complicados eliminar una vez que se inician. Tambien le ofrezco material sobre lo expuesto. Adicionalmente, y pare concluir en este resumen; los expositores tampoco hablaron de cuestiones geopoliticas, tomando a los paises de manera aislada, desconociendo de que es el equilibrio de fuerzas es lo que lleva a la paz, y no el desarme. Con respeto y a su entera disposicion. Alberto Coronel. alberto.coronel7@gmail.com
ResponderEliminarMucha gracias, por el comentario Alberto. No sabía lo de los orígenes del financiamiento a la Fundación. No pongo en duda su afirmación, pero si algo aprendí en este oficio es a no dar por hecho ninguna cuestión hasta contrastar todas las fuentes y chequear todos los datos y documentos. Me encantaría conocer más. Coincido con usted en que hubo una visión sesgada del tema durante el encuentro en Montevideo, pero eso fue también un motivo de debate en el grupo en el que me tocó participar. En cuanto a lo mio, me convocan para un trabajo concreto (una investigación sobre tráfico de armas en Paraguay) realizado sin condiciones y sin censuras, y mientras pueda servir como una contribución útil, estoy dispuesto a colaborar. Mi trabajo es básicamente periodístico. Un gran abrazo.
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