sábado, 26 de junio de 2010

El rostro joven del miedo


Cerca de las 04.00 de la madrugada salieron de una de las más renombradas discotecas de Ciudad del Este, frente al Lago de la República. El muchacho pidió a su novia que la espere en la vereda mientras retiraba el auto. Cuando volvió, ella ya no estaba. Bajó a buscarla. Oyó un grito y acudió desesperado, pero dos desconocidos surgieron de entre las sombras y lo encañonaron con sus pistolas, llevándolo a empujones hasta un sitio desolado, donde presenció cómo otros hombres tenían sujeta a su pareja y la estaban violando sexualmente.
Fue un amanecer interminable y siniestro. Tras saciar sus instintos, los desconocidos les despojaron de todas las pertenencias de valor y les obligaron a recorrer cajeros automáticos para vaciar sus cuentas bancarias y entregarles el dinero. El muchacho y la chica, ambos muy jóvenes, miembros de familias de buena posición económica en la sociedad esteña, fueron finalmente abandonados en una zona baldía, en las afueras de la ciudad.
Ocurrió hace dos semanas. El caso no fue denunciado a las autoridades, por temor o vergüenza. Varias otras historias similares circulan de boca en boca en estos días por Ciudad del Este, mencionando a una presunta banda de violadores y asaltantes que andaría suelta por las calles, acechando principalmente a la salida de pubs y discotecas.
En la madrugada del domingo último se produjeron dos atentados con armas de fuego contra jóvenes. En uno de ellos fue asesinado Rubén “Lato” Cácerez. Su acompañante, R. D., pudo sobrevivir y escapar por milagro. En el otro ataque, Victor Manuel Pintos resultó herido en la cabeza. A los pocos días, anónimos mensajes de textos empezaron a circular vía celular, con una lista de cerca de 20 amigos de las víctimas: “Cuídense. Principales blancos. Este sábado no salgan”.
Una sensación colectiva de miedo e inseguridad se ha instaló en la población, al punto en que las autoridades han debido adoptar medidas urgentes, prohibiendo fiestas estudiantiles, controlando severamente el ingreso de menores a locales nocturnos e instalando barreras policiales en las calles. El jueves, en medio del festejo por la clasificación de la Albirroja, los jóvenes esteños realizaron una marcha para reclamar seguridad y el combate a la delincuencia.
La criminalidad no es algo nuevo en esta región fronteriza, pero hoy repercute con mayor fuerza al afectar directamente a jóvenes de clase media y alta. La mayoría de los padres de familia viven una cotidiana carrera de lucro y ambición, con muy poco tiempo para ocuparse de sus hijos, y de pronto descubren haberles otorgado demasiada permisividad en un ambiente donde abundan los excesos de fiestas nocturnas, con un trasfondo de tráfico de drogas, peleas entre pandillas y culto a la violencia… y no saben qué hacer. Hoy claman que el Estado o la Policía salgan a ocupar el rol de vigilantes que ellos no supieron cumplir.

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