¡Caramba, que coincidencia!, diría Les Luthiers. A pocos días de la reunión entre el presidente brasileño Lula da Silva y su colega Fernando Lugo, para discutir el reclamo paraguayo de renegociar el Tratado de Itaipú, el Brasil despliega a orillas del río Paraná una tropa de combate de la Policía Militar, con helicópteros y lanchas artilladas, y exhibe su nuevo avión-robot VANT, que tendrá como principal misión espiar al Paraguay.
Los “rambos verde-amarelos” de la Fuerza Alfa se presentan con la excusa de declarar la guerra al tráfico ilegal en la frontera. Brasil insiste en que el incesante paso de mercaderías de contrabando, armas y drogas, es culpa del Paraguay, lo cual es una gran mentira. ¿Acaso las lanchas, canoas y balsas que zarpan desde costas paraguayas, se evaporan en el aire al cruzar la mitad del río?
A cada puerto clandestino del lado paraguayo le corresponde otro en la costa brasileña. Con la tecnología y la fuerza operativa de que disponen, Brasil podría destruirlos en un solo día, pero no lo hace, porque gran parte de la población de Foz de Yguazú, Guaíra o Mundo Novo vive de la economía informal del tráfico fronterizo, y cualquier corte brusco producirá graves efectos recesivos.
Pero como necesita ejercer presión política ante la insistencia paraguaya, a cada rato inventa operativos militares o fiscales en el Puente de la Amistad o en el Lago de Itaipú, buscando restar la presencia de “sacoleiros” o turistas brasileños en los comercios de Ciudad del Este o Salto del Guairá. Es decir, se ataca al comercio legal, pero se deja intacto o se estimula aun más el comercio ilegal.
Batalla política o diplomática de David contra Goliath. Nada incomoda tanto a Itamaraty como el clamor paraguayo de que se renegocie el leonino Tratado de Itaipú. Lula ya ha ofrecido de todo: construir el segundo puente sobre el Paraná, pagar la nueva línea de transmisión para la Ande, ahora incluso plantea triplicar el pago por la energía… siempre y cuando no se toque el sacrosanto acuerdo firmado por el dictador Stroessner en favor de la dictadura brasileña.
Se pueden cuestionar muchas cosas al Gobierno de Fernando Lugo, pero su indoblegable insistencia en levantar la bandera de la renegociación de Itaipú es una causa que devuelve dignidad y orgullo a todos los paraguayos. Y el Brasil sería mucho más respetado si reconociere este justo reclamo, antes que amenazar con ejércitos armados o aviones espías en la frontera.
Los “rambos verde-amarelos” de la Fuerza Alfa se presentan con la excusa de declarar la guerra al tráfico ilegal en la frontera. Brasil insiste en que el incesante paso de mercaderías de contrabando, armas y drogas, es culpa del Paraguay, lo cual es una gran mentira. ¿Acaso las lanchas, canoas y balsas que zarpan desde costas paraguayas, se evaporan en el aire al cruzar la mitad del río?
A cada puerto clandestino del lado paraguayo le corresponde otro en la costa brasileña. Con la tecnología y la fuerza operativa de que disponen, Brasil podría destruirlos en un solo día, pero no lo hace, porque gran parte de la población de Foz de Yguazú, Guaíra o Mundo Novo vive de la economía informal del tráfico fronterizo, y cualquier corte brusco producirá graves efectos recesivos.
Pero como necesita ejercer presión política ante la insistencia paraguaya, a cada rato inventa operativos militares o fiscales en el Puente de la Amistad o en el Lago de Itaipú, buscando restar la presencia de “sacoleiros” o turistas brasileños en los comercios de Ciudad del Este o Salto del Guairá. Es decir, se ataca al comercio legal, pero se deja intacto o se estimula aun más el comercio ilegal.
Batalla política o diplomática de David contra Goliath. Nada incomoda tanto a Itamaraty como el clamor paraguayo de que se renegocie el leonino Tratado de Itaipú. Lula ya ha ofrecido de todo: construir el segundo puente sobre el Paraná, pagar la nueva línea de transmisión para la Ande, ahora incluso plantea triplicar el pago por la energía… siempre y cuando no se toque el sacrosanto acuerdo firmado por el dictador Stroessner en favor de la dictadura brasileña.
Se pueden cuestionar muchas cosas al Gobierno de Fernando Lugo, pero su indoblegable insistencia en levantar la bandera de la renegociación de Itaipú es una causa que devuelve dignidad y orgullo a todos los paraguayos. Y el Brasil sería mucho más respetado si reconociere este justo reclamo, antes que amenazar con ejércitos armados o aviones espías en la frontera.
Antes que nada feliz semana de la amistad mi querido amigo.
ResponderEliminarEl tema Itaipú para los brasileños es la consolidación de sus programas sociales, sin ella sería imposible económicamente hablando, además, si Brasil acepta la renegociación será la segunda batalla perdida para ellos, considerando que la primera fue la nacionalización de Petrobrás en Bolivia, que a ellos les cayó como una bomba en aquella época.
O sea que si Brasil acepta renegociar Itaipú sería como decir que los ratones han triunfado sobre el gato.