martes, 11 de agosto de 2009

Periodismo bajo fuego


En Venezuela, 34 emisoras de radio clausuradas por el comandante bolivariano Hugo Chávez y el canal televisivo Globovisión atracado por una horda de fanáticos oficialistas.
En Honduras, más de 12 medios cerrados por orden superior del presidente de facto Roberto Micheletti, varios periodistas detenidos o golpeados por la policía, y la amenaza de clausura que pende como una espada de Damocles sobre la emisora Radio Globo.
Las imágenes por Internet o televisión se confunden unas con otras. Ese policía que levanta el garrote sobre la cabeza de un fotógrafo, ¿es funcionario de Chávez o Micheletti? Ese corresponsal magullado que mira a cámara con el rostro sangrante, ¿es venezolano u hondureño?
“Tengo una sensación de deja vu, de ya visto”, le confesé a la colega Mabel esta semana, en un contacto radial. Las escenas de las hordas chavistas atracando la sede de Globovisión, en Caracas, ¿no son tan parecidas a otras de hace dos décadas, cuando las hordas stronistas, comandadas por el seccionalero chacariteño Ramón Aquino, atacaron a pedradas el local de Radio Ñandutí, durante la dictadura stronista?
Stroesner era de derecha y se embanderaba en la “democracia sin comunismo” para acallar las voces críticas y censurar la publicación de noticias que no favorecían a su Gobierno. En cambio Chávez, líder del Socialismo Siglo XXI, es de izquierda y se embandera en su cruzada anti-imperialista para cerrar 34 emisoras, destacando que no es un acto político, sino administrativo. Micheletti, el golpista que se adueñó de Honduras tras desalojar con tanques militares al presidente constitucional Manuel Zelaya, es también de derecha. Y usa los mismos métodos que Chávez, o que Stroessner.
El derecho ciudadano a una prensa libre, responsable, independiente y crítica ante los poderes de turno, es un derecho inalienable, más allá del perfil ideológico que pueda caracterizar a determinado gobierno. La censura es siempre censura, provenga de la izquierda, del centro o de la derecha. El garrote que viene un lado u otro duele igual. Y la sangre tiene siempre el mismo color.

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