Si sos de los que creen que Ciudad del Este es solo un conglomerado de caóticas calles atestadas de vendedores y “sacoleiros”, espacio de marginalidad y contrabando donde adquirir desde devedés piratas hasta ametralladoras Uzi a precios increíbles… dejame contarte que te estás perdiendo lo mejor de la película.
CDE es la “cueva de Alí Babá del Universo”, como la bautizó el novelista catalán Manuel Vázquez Montalbán, o “Puerto Trucho”, como la caricaturiza el escritor argentino Martín Caparrós, pero más allá de prejuicios y estereotipos es un fascinante laboratorio sociológico donde conviven múltiples culturas (paraguayos, brasileños, argentinos, chinos taiwaneses, musulmanes, hindúes, judíos, bolivianos, alemanes, indígenas, afromericanos…), la ciudad de los amplios espacios verdes y un torrentoso río de aguas que cantan, la de noches rumorosas y atardeceres mágicos, la de artículos exóticos y sorpresas culinarias, la de grupos sociales con laboriosidad de hormiguero humano.
Si llegás en avión, el aeropuerto Guaraní es mejor que el Silvio Pettirossi de Asunción (perdón, de Luque). Tiene radar y todo, pero queda a 27 kilómetros del centro y un viaje en taxi te cuesta tanto como el vuelo.
Una linda opción es venir en ómnibus. Hay buenos servicios de coche cama a la noche, viajás en sueños para llegar al alba, cuando la frontera se despereza y comienza el vértigo. La estación terminal está sucia y deteriorada, pero bajás somnoliento y no te fijás en detalles.
Si venís en auto, tomate algún calmante. Yo estaba convencido de que Asunción es la ciudad donde peor se maneja … hasta que me tocó hacerlo en CDE. Tiene amplias autopistas y avenidas, rotondas y accesos alternativos, pero nadie respeta nada. Es la ley de la selva. Cualquiera atropella por cualquier lado, hay miles de “motoqueiros” kamikazes a cien por hora, embotellamientos infernales, y los agentes de tránsito visten uniformes tipo Rambo.
Hay muchas opciones de alojamiento pero falta un buen hotel cinco estrella. Un grupo inversor argentino anuncia para 2008 la rehabilitación del Hotel Casino Acaray, con nivel cuatro estrellas y suites con vistas al Puente de la Amistad. Para quienes quieran combinar el confort y la belleza natural, el Hotel Casablanca, en el Paraná Country Club, es un edén verde y florido con terrazas a orillas del legendario río.
¿Lugares donde comer bien? En el tercer piso de la tienda Monalisa hay un elegante restó con finos platos y precios en dólares, donde uno puede cruzarse con celebridades del fútbol como Rivaldo o Ronaldo, y en el sótano está la mejor bodega del Cono Sur, con más de 200 mil botellas de vino, principalmente francés.
Mi lugar favorito es “El Puerto”, frente al shopping Mirage, agradable taberna española que sirve un impagable camarón al ajillo. El restaurante Pharaone, del complejo Mita’i, es otro de los sitios de buena gastronomía. A nivel más popular, nada como el Carlitos, o el Cavi.
Hay un mito generalizado de que CDE muere a las cuatro de la tarde y no tiene vida nocturna. Es falso. Aunque los esteños son reacios a salir, hay cada vez mejores locales de espectáculos, discotecas, bares, karaokes, parrilladas. Personalmente me gusta el pub “La ribera del río”, detrás de la Catedral, donde se puede tomar un trago viendo pasar las canoas de contrabando por el Paraná. Los viernes hay show de música en vivo, grupos locales de buen rock, jazz o blues.
El barrio cheto es Boquerón, especie de Las Carmelitas fronterizo, con bellas casas residenciales alrededor del Lago de la República. Lo de lago parece chiste, pues se trata de un gran charco artificial formado por un contaminado arroyo, aunque de allí toman el agua corriente que siempre falta, a pesar de que tienen el Paraná inmenso a mano. Al atardecer el lago hasta parece lindo y da gusto salir a correr por sus orillas, haciendo “faces”.
Ya les iré contando más. En estos días le contestaba un mail al amigo Alfredo Boccia: “Si en vez de periodista fuese aduanero, hubiera sido un gran premio que me destinen a la frontera, pero tiene sus ventajas: aquí no tenemos a Oviedo, ni a Nicanor, ni a Lugo, ni siquiera a Julio Colmán o Magdaleno Silva, y hasta nuestro cacique local, Zacarías Irún, empieza a caerme simpático. Si te rompen mucho las bolas, cruzás un rato el puente y al otro lado tenés samba, garotas, caipiriña, feijoada, eré eréa…”. Solo era una broma, claro, pero se lo decía muy en serio.
CDE es la “cueva de Alí Babá del Universo”, como la bautizó el novelista catalán Manuel Vázquez Montalbán, o “Puerto Trucho”, como la caricaturiza el escritor argentino Martín Caparrós, pero más allá de prejuicios y estereotipos es un fascinante laboratorio sociológico donde conviven múltiples culturas (paraguayos, brasileños, argentinos, chinos taiwaneses, musulmanes, hindúes, judíos, bolivianos, alemanes, indígenas, afromericanos…), la ciudad de los amplios espacios verdes y un torrentoso río de aguas que cantan, la de noches rumorosas y atardeceres mágicos, la de artículos exóticos y sorpresas culinarias, la de grupos sociales con laboriosidad de hormiguero humano.
Si llegás en avión, el aeropuerto Guaraní es mejor que el Silvio Pettirossi de Asunción (perdón, de Luque). Tiene radar y todo, pero queda a 27 kilómetros del centro y un viaje en taxi te cuesta tanto como el vuelo.
Una linda opción es venir en ómnibus. Hay buenos servicios de coche cama a la noche, viajás en sueños para llegar al alba, cuando la frontera se despereza y comienza el vértigo. La estación terminal está sucia y deteriorada, pero bajás somnoliento y no te fijás en detalles.
Si venís en auto, tomate algún calmante. Yo estaba convencido de que Asunción es la ciudad donde peor se maneja … hasta que me tocó hacerlo en CDE. Tiene amplias autopistas y avenidas, rotondas y accesos alternativos, pero nadie respeta nada. Es la ley de la selva. Cualquiera atropella por cualquier lado, hay miles de “motoqueiros” kamikazes a cien por hora, embotellamientos infernales, y los agentes de tránsito visten uniformes tipo Rambo.
Hay muchas opciones de alojamiento pero falta un buen hotel cinco estrella. Un grupo inversor argentino anuncia para 2008 la rehabilitación del Hotel Casino Acaray, con nivel cuatro estrellas y suites con vistas al Puente de la Amistad. Para quienes quieran combinar el confort y la belleza natural, el Hotel Casablanca, en el Paraná Country Club, es un edén verde y florido con terrazas a orillas del legendario río.
¿Lugares donde comer bien? En el tercer piso de la tienda Monalisa hay un elegante restó con finos platos y precios en dólares, donde uno puede cruzarse con celebridades del fútbol como Rivaldo o Ronaldo, y en el sótano está la mejor bodega del Cono Sur, con más de 200 mil botellas de vino, principalmente francés.
Mi lugar favorito es “El Puerto”, frente al shopping Mirage, agradable taberna española que sirve un impagable camarón al ajillo. El restaurante Pharaone, del complejo Mita’i, es otro de los sitios de buena gastronomía. A nivel más popular, nada como el Carlitos, o el Cavi.
Hay un mito generalizado de que CDE muere a las cuatro de la tarde y no tiene vida nocturna. Es falso. Aunque los esteños son reacios a salir, hay cada vez mejores locales de espectáculos, discotecas, bares, karaokes, parrilladas. Personalmente me gusta el pub “La ribera del río”, detrás de la Catedral, donde se puede tomar un trago viendo pasar las canoas de contrabando por el Paraná. Los viernes hay show de música en vivo, grupos locales de buen rock, jazz o blues.
El barrio cheto es Boquerón, especie de Las Carmelitas fronterizo, con bellas casas residenciales alrededor del Lago de la República. Lo de lago parece chiste, pues se trata de un gran charco artificial formado por un contaminado arroyo, aunque de allí toman el agua corriente que siempre falta, a pesar de que tienen el Paraná inmenso a mano. Al atardecer el lago hasta parece lindo y da gusto salir a correr por sus orillas, haciendo “faces”.
Ya les iré contando más. En estos días le contestaba un mail al amigo Alfredo Boccia: “Si en vez de periodista fuese aduanero, hubiera sido un gran premio que me destinen a la frontera, pero tiene sus ventajas: aquí no tenemos a Oviedo, ni a Nicanor, ni a Lugo, ni siquiera a Julio Colmán o Magdaleno Silva, y hasta nuestro cacique local, Zacarías Irún, empieza a caerme simpático. Si te rompen mucho las bolas, cruzás un rato el puente y al otro lado tenés samba, garotas, caipiriña, feijoada, eré eréa…”. Solo era una broma, claro, pero se lo decía muy en serio.
Hola Sr. Andrés!
ResponderEliminarAl fin una "casi verdadera carta desde el este" como te reclamaba el viernes pasado. Me agradó la manera simpática y jocosa como pintás ciertas cosas de nuestra ciudad.
Hay mucho de que comentar, pero por la premura del tiempo en mi laburo, por ahora me permito apenas estas sencillas palabras, para expresarte: ADELANTE.
Saludos.
Hola amigos, mi nombre es Erick, de Santa Cruz Bolivia y junto a mi esposa iremos en diciembre por Ciudad del Este rumbo a Iguazú, nos gustaría tener referencias de un buen hostal, contactos y onda por allá; toco la trompeta jazz y blues. Si hay algún lugar de música interesante para conocer por allá les agradecería.
ResponderEliminarsi pueden me escriben a santacruzjazzclub@gmail.com