domingo, 27 de julio de 2008

¿Y si esperamos que empiece el partido?


¿No les parece algo esquizofrénico esto de ponerse a calificar o descalificar el rendimiento de los jugadores, mucho antes de que entren a la cancha a disputar el partido?
Fernando Lugo aún no asumió oficialmente el cargo de presidente de la República del Paraguay. No firmó un solo decreto, ni adoptó una sola medida institucional de gobierno. Recién lo podrá hacer desde el 15 de agosto, si es que todo corre como está previsto.
Entonces… ¿por qué estamos ya alzando o bajando el pulgar, como en las graderías de un circo romano? ¿Por qué estamos ya aplaudiendo o condenando su virtual actuación como estadista, si hasta ahora solo está armando su equipo para el gran juego?
Quizás no nos gustan algunos de los jugadores que ha elegido, porque creemos que van a patear con la izquierda, cuando preferimos que lo hagan con la derecha… o viceversa. Pero, ¿qué tal si los dejamos jugar primero, para ver cómo se portan en el campo?
Es muy loco lo que sucede, por ejemplo, con el futuro ministro de Relaciones Exteriores, Alejandro Hamed Franco. Se cuestiona que será un canciller pro-palestino o antisemita, con abierta adhesión a grupos islámicos violentos como Hizbulá o Hamás. Varios dirigentes políticos se rasgaron las vestiduras, hubo indignados editoriales periodísticos, hasta un proyecto de “declaración de preocupación” que el inefable senador Jaegli presentó a la Cámara Alta.
¿Qué hizo hasta ahora el futuro canciller para justificar tanta polémica reacción? Absolutamente nada, porque no lo puede hacer aún. Hasta el 15 de agosto, es solo eso: “futuro” canciller. ¿Qué tal si lo dejamos actuar y vemos sus acciones, para luego calificarlo… o descalificarlo?
Lo que estamos expresando se denomina “prejuicio”. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es la acción y el efecto de realizar un juicio previo, pero también implica sostener una “opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal”.
Es comprensible la tremenda ansiedad colectiva ante el lento correr de las manecillas, rumbo al 15 de agosto. Por primera vez en sesenta años asumirá un gobierno de signo político diferente, y las expectativas de ser protagonistas del cambio son inmensas… igual que el riesgo de sentirnos defraudados.
Pero… ¿qué tal si paramos la pelota en medio del campo y dejamos que empiece primero el partido? La tradición manda que a todo Gobierno se le concedan cien días de gracia, para que demuestre lo que es capaz (o incapaz) de hacer. Después… ya tendremos el pleno derecho de criticar o aplaudir. Como también de participar y ayudar.

viernes, 18 de julio de 2008

Ya... pero no todavía


Ya… pero no todavía. La enigmática frase fue pronunciada por el presidente electo, Fernando Lugo, durante un improvisado discurso en Caricuao, Venezuela, el 18 de junio, cuando comparó los logros del proceso político liderado por el presidente Hugo Chávez con la construcción del “Reino de Dios” en la tierra, “y no en otro mundo después de la muerte”. Un dicho que molestó a los sectores más conservadores de la Iglesia Católica.
Ya… pero no todavía. La pintoresca afirmación podría aplicarse perfectamente a lo que está sucediendo en el Paraguay, en esta especie de purgatorio o limbo político-económico-social, en que hay un Gobierno que en la práctica ya se fue… y otro que aún no llega.
Ya… pero no todavía. Faltan 27 días para el 15 de agosto. Uno dirá que es poco tiempo, pero… qué largo se hace el paso de las horas cuando hay niños y niñas que siguen muriendo a causa de la “no epidemia” de meningitis (158 casos, 29 fallecidos), o ante la falta de equipos de terapia intensiva en los hospitales del interior, o ante centros sanitarios públicos colapsados, o ante camas que no se habilitan por ausencia de enfermeras, o ante autoridades y funcionarios “pollitos-en-fuga” que están más preocupados por hacer desaparecer las evidencias que puedan comprometer su ineficaz gestión.
Ya… pero no todavía. Se respira en el aire la sensación de un país paralizado, como esas largas filas de enormes camiones cargados con productos agrícolas perecederos, que aguardan inmóviles al costado de las rutas, esperando que alguna vez llegue la prometida provisión del ausente gasoil, mientras el inoperante presidente de la inoperante Petropar ya se lava las manos ante la crisis que desangra la economía en pérdidas varias veces millonarias.
Ya… pero no todavía. En la parada del micro te aguarda un caballo loco. Sentado al lado tuyo viaja un carterista. En las calles del barrio te cierra el paso un peajero. Ladrones y asaltantes trazan planes a la hora en que buscas conciliar el sueño. Mientras el próximo ministro del Interior anuncia futuros programas de seguridad pública, la violencia y la muerte acechan en la esquina.
Ya… pero no todavía. Hay un país que nos espera, al otro lado del 15 de agosto. Nadie puede asegurar si será mejor o peor… pero seguro que será diferente, y llegará revestido con las más profundas esperanzas. Tan solo por eso, vale la pena seguir deshojando las margaritas del calendario.

viernes, 4 de julio de 2008

Eliot Ness no vive en Ciudad del Este


En el film “Los intocables” de Brian de Palma, el agente federal Eliot Ness (Kevin Costner) dirige una cruzada contra el crimen organizado, pero fracasa cada vez que allana algún depósito de contrabando del capo mafioso Al Capone (Robert De Niro), porque los policías sobornados les avisan antes a los delincuentes.
Ness le pide al viejo policía Jim Malone (Sean Connery) que le consiga informantes para averiguar donde están los depósitos clandestinos de contrabando. Como toda respuesta, Malone toma una escopeta y pide a Ness y a sus compañeros que lo sigan, cruzan la calle, entran a un club nocturno, abren la puerta del fondo… y allí encuentran a los contrabandistas en plena tarea de alzar cajas de licor prohibido a los camiones.
Luego de un exitoso operativo, que concluye con la prisión de los delincuentes y el desmantelamiento del local, Ness le pregunta a Malone cómo sabía. El viejo contesta: “En Chicago todos saben donde están los depósitos de contrabando. Solo que no había un agente federal decidido a intervenir”.
El domingo, en Última Hora empezamos a publicar una serie sobre los puertos clandestinos de contrabando y narcotráfico instalados a orillas del río Paraná. Por primera vez pudimos mostrar fotografías de los muelles piratas d el barrio San Rafael, con rampas para arrojar las cargas directamente a las lanchas en el río, a mil metros de la Aduana de Ciudad del Este.
Al igual que en la Chicago de los años ’30, en la capital del Alto Paraná todos saben donde están los puertos clandestinos. Solo hacía falta un lanchero con coraje que aceptara llevarnos hasta el sitio, para tomar las fotos.
Ha pasado una semana desde que empezamos las publicaciones, y ningún juez, jefe de Aduana, funcionario de Puertos, oficial de la Armada, policía… se ha ido siquiera a mirar, menos a intervenir o a desmantelar los muchos depósitos clandestinos con muelles sobre el Paraná, por donde a la noche se siguen cargando las cajas en las lanchas, amparados por la oscuridad y protegidos por una doble guardia de pistoleros armados, en un incesante tráfico ilegal que mueve millones y alimenta a una compleja red mafiosa.
El jueves a la noche, en el mismo puerto clandestino de Pikyry al cual aludimos en nuestra publicaciones, sobre el Lago de Itaipú, la fiscala Zunilda Martínez sorprendió a un camión cargado con cigarrillos, cubiertas y medias, listo para el embarque ilegal. Cuando fue a pedir ayuda para realizar el operativo al comisario de Pikyry, el jefe policial le dijo que no debía molestarle, porque a esa hora estaba jugando un partido de fútbol.
Está visto… Eliot Ness no vive en Ciudad del Este.