sábado, 14 de mayo de 2011

200 años igual...


La gesta libertaria de mayo de 1811… ¿fue solamente para la ciudad de Asunción? ¿El resto del Paraguay no se independizó de España, hace 200 años?
Entonces… ¿Porqué el 90 % de los actos de festejos del Bicentenario de la Independencia se concentra solo en la capital, mientras al vasto y abnegado país que empieza más allá de Calle Última se destinan solo las migajas de un millonario presupuesto que se dilapida en ultras tecnológicas proyecciones de mappings fugaces, explosiones de luces y fuegos artificiales sobre fachadas de edificios históricos, incluyendo la promoción electoral alevosa de algunas figuras políticas actuales mezcladas con las de los Próceres?
Aunque muchos de los gestores de aquella revolución independentista procedían de la despectivamente llamada “campaña” y hoy son varios de esos pueblos y ciudades de tierra adentro lo que ostentan con orgullo sus nombres –Pedro Juan Caballero, Iturbe, Yegros, Cabañas, Fernando De la Mora… - lo mejor de la linda y gran fiesta bicentenaria se dedica casi exclusivamente a los habitantes de una ciudad que tiene menos de un millón de habitantes, mientras que a más de cinco millones de pobladores del “Paraguay profundo” solo les queda la opción de mirarlo por televisión, en parcial y condicionada transmisión.
No me preocupa tanto el gran costo en dinero, ni creo que sea muy válido el argumento populista de que no debemos gastar en fiestas cuando persisten bolsones de miseria y hay niños muriéndose de hambre en las calles, porque no pasa por allí. Un Bicentenario de la Independencia ocurre una sola vez en la vida. Lo que me molesta es la persistencia de esa odiosa actitud de centralismo, exclusión y discriminación del "otro país" (el que produce y da de comer a la capital), porque si no la hemos podido cambiar positivamente en 200 años, entonces… ¿qué cosa estamos celebrando?
No quiero ser aguafiestas. También me emociona y me da no sé qué ver los edificios históricos como el Panteón de los Héroes, el Cabildo o el Palacio de López , hechos una pinturita, con tantas luces ultramodernas y tanta bandera tricolor, ver a la gente patriótica y feliz en las calles, sentir la música en el aire. Pero también estoy convencido de que si ese "no sé qué" no nos ayuda a ser mejores, a intentar construir en serio una patria más justa, más libre, más equitativa, sin tanta corrupción ni pobreza... no habrá valido la pena gastar tantos millones en celebrar el Bicentenario.