sábado, 20 de noviembre de 2010

Los indeseables

Sobreviven desde hace tres o cuatro años en míseras chozas de hule y cartón levantadas en las veredas, arrinconadas contra la alambrada de un gran terreno baldío, en los costados de la Terminal de Ómnibus de Ciudad del Este, y otro grupo junto a la valla del Centro Regional de Educación.
Son cerca de 170 personas, principalmente mujeres, niños y adolescentes, pertenecientes a las etnias Mbya Guaraní y Ava Guaraní, que han ido llegando desde dispersas comunidades de Caaguazú y Caazapá, huyendo de la miseria y del olvido en sus antiguas tierras arrasadas, hasta recalar y constituir sus precarias “tolderías urbanas” en el paisaje esteño. De allí han sido desalojados con la fuerza policial y llevados en camiones hasta sus lugares de origen, más de una vez, pero siempre acaban volviendo, porque alegan que en el campo morirán de hambre. En la ciudad al menos pueden mendigar, o robar, o prostituirse.
Son mirados como “enemigos públicos”, indeseables invasores del espacio público urbano. Este jueves 18, más de 500 personas, entre taxistas, productores de la Feria de Hortigranjeros, educadores y alumnos, marcharon por las calles para exigir a las autoridades que los indígenas “sean echados de la ciudad y nunca más se les permita regresar”.
Se los ve como un grave peligro cotidiano. Niños y jóvenes siempre drogados, ojos vidriosos por el crack o el pegamento, mendigan junto a los semáforos, exigiendo dinero con actitud agresiva. Adultos en estado de borrachera casi permanente ofrecen a sus niñas de apenas 11 años como precoces prostitutas a los infaltables degenerados. Hay innumerables denuncias de robos y asaltos a traseúnntes, especialmente a turistas y viajeros que llegan a la Terminal.
La gota que colmó el vaso de la indignación fue el asesinato de Críspulo Porra Arévalos, un humilde cuidador de autos de más de 70 años, que hace un par de semanas fue apuñalado mortalmente por Juan Ramírez, joven indígena de 18 años, solo porque el hombre le exigió que no molestara a los visitantes a la Feria.
Triste cuadro de lucha social de ciudadanos humildes contra sus propios hermanos aún más pobres y degradados. Es entendible el reclamo de los manifestantes, pero… ¿no están errando en el blanco? La marcha de protesta, en lugar de ser contra los indígenas, ¿no debería ser contra las autoridades del Gobierno central, departamental y municipal, por desentenderse tan irresponsablemente de la suerte de los más desposeídos de todo?
Y pensar que atender la cuestión indígena fue una de las principales banderas del Gobierno Lugo. ¿Qué se ha hecho desde el Indi, aparte de haber utilizado políticamente y luego descartado a una digna y querida líder nativa como Margarita Mbywangi?

martes, 16 de noviembre de 2010

Lecciones del 7 de noviembre


El 20 de abril de 2008, cuando el pueblo paraguayo eligió mayoritariamente en las urnas al ex obispo Fernando Lugo como presidente de la República y puso fin a 60 años de gobierno principalmente dictatorial del Partido Colorado, la mayoría de los análisis políticos destacaban que la ciudadanía había adquirido “plena madurez y conciencia cívica”, y que finalmente había aprendido “no solo a votar, sino también a elegir”.
Ahora, la historia parece haber cambiado. El domingo 7 de noviembre, a medida en que se iban conociendo los resultados de las elecciones municipales, en los que el coloradismo se reveló ganador de intendencias y mayoría de concejalías en numerosos municipios, incluyendo a la capital Asunción y a ciudades gran importancia y significación política, las reacciones de muchas personas, en los medios de comunicación y en las redes sociales, eran las siguientes: “El paraguayo sigue siendo un pueblo de cretinos”, “la gente no quiere el cambio, prefiere la corrupción”, “retrocedimos en la historia, no vamos a aprender nunca”, “cada pueblo tiene los gobernantes que se merece”.
Confieso que me cuesta entenderlo. ¿Cómo es posible que el mismo “pueblo maduro y consciente” se transforme tan rápido en “un pueblo de cretinos”, como si pasáramos mágicamente del estado sólido al líquido? ¿No será muy mesiánico esperar que la gente vote necesariamente por las opciones que nosotros creemos mejores, y no por lo que ella -la gente- cree que es mejor?
La pichadura es mala. No deja entender correctamente la realidad. No deja aprender de ella. Hay un mensaje que la mayoría de la ciudadanía expresó en los resultados del 7 de noviembre. Si no lo sabemos leer, que mal.
Será tal vez el desencanto ante expectativas que no fueron satisfechas en estos dos años y más del Gobierno Lugo. Serán las alianzas decididas mal y pronto por una élite política, sin participación real del electorado. Será el discurso supuestamente progresista, que solo plantea enunciados teóricos y mediáticos, sin un trabajo político cercano a la gente.
Si no existe capacidad de generar alternativas que convenzan de verdad, no queda otra que aprender a perder, a convivir y a reconstruir mejores opciones desde la llanura. Es el saludable juego de la democracia.